El partido con Colombia se iba dejando un sabor rancio en la boca de los jugadores de Argentina. Lionel Messi trataba de entender qué pasaba y qué le sucedía cuando escuchó que un compañero le hablaba a sus espaldas: "Pendejo, la última jugada se corre. No te podés dejar anticipar, la puta que te parió". La Pulga giró sobre sus talones y le costó creer lo que le señalaban sus ojos. Había sido Nicolas Burdisso, el veterano defensor del Roma. Messi no esperaba semejante sermón y le hizo a Burdisso un gesto para que se alejara. Un país entero comenta ahora la escena del miércoles por la noche en el estadio del Colón de Santa Fe. Faltan pocas horas para que la ciudad de Buenos Aires elija sus autoridades. Los cielos del sur y el centro están saturados de cenizas que obligan a cancelar los vuelos y provocan enormes pérdidas. El Gobierno nacional y la oposición se lanzan invectivas y dardos envenenados. Pero en los bares, en las oficinas, en las casas, en el chat, en las redes sociales, una pregunta circula con la fuerza de una obsesión: "¿Qué le pasa a Messi?". El astro del Barcelona y Burdisso no se demoraron mucho en hacer las paces y asumir que el nerviosismo los desborda, justo a ellos, jugadores acostumbrados a ganar todo en Europa. La concordia llegó después de que el cuerpo técnico tomó el toro por las astas. Cerca de Sergio Batista entendieron que los intercambios de palabras y miradas encendidas no podían ir más allá de los vestuarios. Y así fue. "Nada de peleas, está todo bien", se repitió más tarde. Los protagonistas de la noche triste ante Colombia, en un decepcionante partido de la albiceleste que acabó con empate a cero, dijeron no obstante lo suyo. Messi dejó saber al menos algunas opiniones sobre el juego. No se siente cómodo al atacar. Y, según la prensa argentina, puso el ejemplo que más duele porque es inalcanzable: el del Barcelona. En el Barça se junta con los volantes. La pelota circula. Los jugadores se sacan las marcas. En cambio, con la celeste y blanca, se tiene que cargar el equipo al hombro, avanzar con el balón dominado, sacarse rivales en el camino. Mira a los costados y no hay nadie con quien dialogar. Pero la pregunta ya estaba instalada. ¿Qué le ocurre a la Pulga por dentro, más allá de las circunstancias futbolísticas? Y todos creen tener una explicación. Para La Nación, Messi "no puede creer lo que vuelve a padecer con la camiseta del seleccionado. Él, el más autoexigente del mundo, el que se enfada y desenfada solo, no puede con su genio". El delantero tiene su propio lenguaje para comunicarlo. El cuerpo, su rostro en particular. Allí se concentran esas emociones. No tiene la locuacidad maradoniana. "Descifrarlo es una misión para pocos", reconoció La Nación cuando, tal vez, todo sea demasiado simple. Según Juan José Panno, de Página 12, el mal humor del mejor del planeta, ese del que hablan tanto Barack Obama como un fanático chino, no tiene una sola respuesta. Pero Panno se atreve a dar un diagnóstico que tiene que ver más con el corazón que con el fútbol mismo. "Messi siente que, más allá de lo que se declara y más allá de las buenas intenciones, no se lo cuida, no se lo protege como en el Barcelona". Sus compañeros adelante, hasta ahora Ezequiel Lavezzi y Carlos Tévez, candidatos a ir al banco de suplentes, se han preocupado más por el riesgo de perder su lugar en el equipo y por demostrar lo que valen en cada jugada, que por asociarse al que más sabe y puede. En los bares, las oficinas y las casas, en las redes sociales y los mensajes de texto de los teléfonos, los argentinos piden que entre Javier Pastore. Ever Banega y Pastore, dijo Página 12, "no son Xavi e Iniesta, pero dentro de lo que hay en el plantel son los que más se les parecen si se pretende mantener el paralelo con el Barcelona". "Quien conozca mínimamente a Lio sabrá que no tiene pasta de líder, ni temperamental, ni conceptualmente. Él es un delantero extraordinario, desequibrante como ninguno de la actualidad. Pero no es organizador de juego, y no tiene valor que su gambeta la inicie en el medio de la cancha porque en el largo tránsito termina perdiendo la pelota, por quite o por infracción. Con el mote de mejor del mundo se le cargaron responsabilidades --con complicidad de muchos-- que, por ahora, no puede asumir. Queda bien decir que juegue libre como en Barcelona. Olvidando que el Barça es un conjunto aceitado en el que la función que le quieren adosar a Messi la cumplen a la perfección Xavi e Iniesta, sus sostenedores", ha escrito Horacio Pagani, en el diario Clarín. El periodista cree que esta selección "no cuenta con jugadores de esa estirpe como los catalanes". Por eso, una "mala copia termina desembocando en esta confusión de roles y protagonistas que el propio entrenador no logra desentrañar". El lunes se sabrá hasta qué punto caló en el plantel la discusión de los vestuarios en la provincia de Santa Fe. Después de la victoria de Costa Rica contra Bolivia por 2-0, algo más que luces amarillas se han encendido delante de Batista. Y mientras se espera el partido del lunes, Alejandro Fabbri, uno de los más lúcidos periodistas deportivos de Argentina, ha pedido en su espacio televisivo en el canal TyC Sports dejar de hablar del Barça, al menos por un tiempo. Las comparaciones, ha sugerido, son más que incómodas a estas alturas.