CACEREÑO: Montiel, Palero, Ismael Athuman, Gonzalo, Toni, Aarón, Amaro (min. 92, Mansilla), Leo Ramírez, Gállego (min. 90, Kofi), Valverde (min. 78, Zubi) y Collado.

LEALTAD: Porrón, Sergio Villanueva (Sergio, min. 78), Lobato, Blanco, Raúl Aguilar (min. 25, Cuello), Alvaro Muñiz, Alex (min. 63, David), Adrián Llano, Robert, Jorge y Beda.

GOL: 1-0-Min. 38: Pablo Gállego.

ARBITRO: Sáez Vital (Andaluz). Tarjetas a los locales Ismael, Gonzalo, Aarón y Valverde y a los visitantes Blanco y Beda.

INCIDENCIAS: Presencia de alumnos del centro PROA.

Con corazón, más que sobrado de juego. Con oficio, mucho más que amparado en el bonito, aun peligroso, arte de la floritura futbolística. Cómo no, con suerte, justo lo contrario que en los últimos tres meses. Así ganó el Cacereño al Lealtad (1-0) para restañarse heridas pasadas y abandonar la UCI de la Segunda División B. Así se recobró la esperanza de la supervivencia. Así sí se puede.

Un gol de Pablo Gállego tras jugadón de Carlos Valverde en los estertores del primer tiempo regaló tres puntos mortales de necesidad para el CPC. Ante un rival con conciencia de toque, el grupo de Angel Marcos volvió a la buena senda y mira ya el futuro de otra manera. En el horizonte se otean nueve partidos, nueve finales, que se encaran de forma diametralmente diferente al tétrico escenario que se hubiera planteado con un tropezón en el Príncipe Felipe.

Ante el Izarra, ante el Guijuelo, ante el Sporting B... ante tantos equipos fue el Cacereño superior, pero ante todos ellos mordió el polvo consecutiva y lastimosamente para sus intereses. No fue mejor en la matinal que el Lealtad, pero salió airoso. Bendito aire. Bendida victoria. Bendito Pablo Gállego y bendito Carlos Valverde, el hombre clave de este equipo en materia ofensiva. Sin él no hay soluciones. Empíricamente demostrado.

Tuvo el cuadro asturiano para hacer lo que hicieron otros: alguna oportunidad --en realidad más de una-- pero marró o se encontró con Antonio David Montiel o el larguero. La más clara, precisamente al cuarto de hora, cuando Jorge envió al travesaño un rechace del meta verde tras una contra letal.

Este Cacereño empezó ahí a recuperar una flor que parecía marchita. Con este equipo esta gente no puede descender. Imperiales Gonzalo e Ismael, las bajas de última hora de David Cuerva y Josete hicieron alterar los planes. Envenado contratiempo que se solucionó al gusto, cuando el fantasmagórico destino del descenso de categoría estaba más en el aire que nunca.

La defensa cacereña salvó bajo palos un remate del incómodo y fornido Beda a la media hora. Por entonces, el CPC andaba literalmente perdido, sin norte, con los nervios alteradísimos, superado por la situación. Un detalle lo cambió todo: apareció Collado para sacarse un buen remate a renglón seguido que paró Porrón. Primer aviso de que algo bueno se atisbaba.

Tras otro amago asturiano que salvó Montiel, llegó el tanto, ese gol que puede valer oro puro. Carlos Valverde zigzageó y superó por banda izquierda a su par, el balón lo puso al centro del área y allí, cual delantero centro, Gállego agarró un zurdazo que lo transformó todo (min. 38, 1-0). Excelente premio para un jugador que parecía marginal para Marcos, pero que a base de sudar la camiseta de lo lindo se ha ganado un puesto y el respeto general de la grada.

SEGUNDA PARTE Aquello lo cambió todo para el segundo tiempo, en el que, en cualquier caso, nadie podía pasar un rato plácido. Jugó a la contra el CPC y pudo en un par de acercamientos poner el 2-0, pero Collado, que lo tiene todo para triunfar, sigue sin ver puerta, pero no será por falta de clase.

Achicó el estajanovista Aarón mil balones aéreos, mandó y distrubuyó con criterio el renacido Leo Ramírez --qué inmensa calidad la suya-- y el Cacereño nadó y guardó la ropa rayando la excelencia defensiva. Apenas pasó apuros ya Montiel, bien custodiado siempre.

Y mientras el partido se hizo eterno, el público sufrió lo inimaginable hasta que llegó el pitido final de un choque extraordinariamente importante, de esos que cambian dinámicas hacia lo positivo o que te llevan a la tumba inexorablemente. Ocurrió lo primero, por suerte.

El Cacereño, aleluya, volvió a marcar --cinco encuentros, todo un mundo, sin hacerlo-- y a ganar --no lo hacía desde el pasado 6 de diciembre del año pasado en Aranda de Duero-- y respira de esta manera una bocanada que le insufla, a la vez, unas dosis de autoconfianza claves para lo que llega. Y, en seis días, otra final, ésta ante un rival directo, el Compostela. De momento, el muerto ha renacido.