Va a ser un verano largo. Lo dice abiertamente Sergio Pérez, el hombre de los despachos en el Cáceres Patrimonio de la Humanidad. En sus espaldas, tras dejar hace un año en el baloncesto, se concentran los cargos de director deportivo y comercial, gerente y lo que haga falta. Nadie sabe mejor que él que la sequía informativa que ha protagonizado el club desde que hace 46 días, cuando acabó la temporada, está justificada: «No hay nada. Quizás en el futuro haya que hacer tanto trabajo que esté desbordado. Ahora, lo que se ve es lo que hay».

Pérez no duda en calificar la planificación para la 2019-20 como «muy lenta». Y desgrana un motivo principal: el Cáceres no tiene claro con qué ayuda institucional podrá contar, algo que se retrasa debido a que los poderes locales aún se están constituyendo. «A nadie se le escapa que en un año electoral, donde muchas cosas pueden pasar, lo que hay que hacer es esperar. Tanto Junta como diputación y ayuntamiento saben de la importancia que tienen para el club», comenta.

Sin embargo, otros miembros de la LEB Oro sí están fichando y renovando. O al menos tienen entrenador. «Nosotros somos una excepción a esta regla. Va haber que tener paciencia. Me encantaría que la maquinaria empezase a moverse ya, pero nos debemos a una estructura, a un presupuesto. Hasta que uno no sabe de qué dinero se dispone...», añade. Todavía no se ha dicho una sola palabra en público sobre si Roberto Blanco continuará en el banquillo. Para Sergio Pérez, «no está el cuerpo técnico por un lado y por otro la plantilla. Hay que ver también la cantera. Todo va unido. No queremos dar un paso adelante de estar bien seguros de tener unas ideas y un presupuesto».

Sí reconoce que hay comunicación con Blanco: «Si le veo por la oficina, hablamos. Y el otro día quedamos para comer e intercambiar opiniones, hacer balance, pero no son contactos que hagan precipitar las cosas ni que comprometan».

¿Y con los jugadores? ¿Se les ha dicho que esperen o que busquen equipo? «Ellos saben cómo funciona nuestro club y saben lo que hay. Habrá un momento en el que todo se empiece a mover». Lo dice alguien que se vio en esa situación otros veranos.

PESE A TODO, ENTUSIASMO / A pesar de la falta de movimientos en la configuración de la plantilla, Pérez estima que se puede «aprovechar y reconducir la ilusión que había a final de temporada», en aquella recta final (cuatro victorias en seis partidos) que supuso la permanencia: «Nos reunimos unos días después con algunos aficionados para darle una vuelta al tema de la grada, para intentar crear un ambiente parecido al que hubo en el partido ante el Canoe. Vamos a intentar sacar lo antes posible la campaña de abonados. Espero que la gente responda bien. El trabajo del club será intentar hacer un buen proyecto deportivo».

En estos días está cumpliendo un año en su nuevo puesto de gestión. Han sido doce meses «muy complicados», según sostiene, reconociendo que la temporada ha resultado «mala a nivel deportivo, aunque hayamos conseguido el objetivo. Hubo muchos problemas y tuvimos que parchear desde el primer día. No se me escapa que perdimos 23 partidos [de 34 disputados]. Hay que hacer mucha autocrítica».

Y, sin embargo, considera que para él, «ha sido positivo, porque me acuerdo todos los días no repetir los mismos errores. Ahora estoy otra vez con ganas de que empiece el baile».

Una curiosidad final: durante la temporada estuvo sobre la mesa que Sergio Pérez descolgase las botas y volviese a jugar, aunque no en el Cáceres, sino para ayudar en el filial de Liga EBA, el Torta del Casar. Él no termina de confirmarlo: «Fue algo que quizás salió en una mesa, pero en un ambiente de broma. Si hubiese regresado, quizás hubiese descuidado mi trabajo diario».