Fue una celebración contenida, más por lo que sigue en juego que por las ganas de festejar a lo grande cualquier título que caiga en el saco. De hecho, los culés ya invadieron por dos veces Canaletes la semana pasada sin que hubiera ninguna copa que levantar, aunque la goleada del Bernabéu y la clasificación ante el Chelsea merecían el trato de título mayor. Y ayer los barcelonistas se echaron de nuevo a la calle, esta vez con motivo.

La Copa llegaba a Barcelona y había que darle la bienvenida. Como al Barça, que montó una fugaz rúa por la ciudad, desde el aeropuerto hasta el Camp Nou, para hacer más felices a los miles de barcelonistas que les esperaban con ganas de fiesta. Fue como probar un trocito del enorme y delicioso pastel que los azulgranas pueden comerse el próximo día 27 en Roma.

El desfile fue multitudinario, pero no tuvo nada que ver con la rúa del 2006 tras conquistar la Champions en París. Ese 19 de mayo más de medio millón de personas invadieron las calles para festejar por lo alto la segunda Copa de Europa.

CONTENER LA EUFORIA Ayer no se llegó a esa cifra, ni mucho menos, pero tampoco el club lo pretendía ni lo quería. Aún hay dos títulos en juego (la Liga puede llegar mañana o el domingo) y Guardiola no quiere caer en la euforia desmedida cuando queda lo más difícil: el asalto a la tercera Copa de Europa ante el actual campeón, el Manchester United. "Estamos recogiendo los primeros frutos del trabajo de la temporada y es normal que la gente lo celebre, pero es necesario hacerlo desde la humildad necesaria para no peder de vista los próximos objetivos, la Liga y la Champions", dijo el presidente Joan Laporta, emocionado nada más bajar del avión.

El equipo llegó con una hora de retraso a El Prat por culpa de la niebla. Finalmente, el avión tomó tierra sobre las 13.40 horas y entonces empezó un ritual que luego se repitió en el Camp Nou y que todos desean que pueda volver a verse el 28 de mayo. La puerta del avión se abrió y detrás aparecieron Carles Puyol, el capitán, y Guardiola con el trofeo. Posteriormente, todo el equipo quedó inmortalizado a los pies de la aeronave con la 25 Copa como invitada estrella.

Un autobús esperaba a los nuevos campeones, pero no era el que se había previsto inicialmente. La timida lluvia que cayó a intervalos por la mañana hizo descartar el vehículo descapotado, el que se utilizó en el 2006, para celebrar el desfile y los jugadores acabaron subiendo al bus oficial del club. La Copa, que presidía la luna delantera del autocar, era bien visible, pero a los jugadores costaba vislumbrarlos debido a los cristales oscuros. De haber desfilado con el bus descubierto de dos pisos, puede que la multitud hubiese sido mucho mayor.

ACLAMADOS Tampoco faltó una nutrida escolta de motocicletas de culés siguiendo al bus del campe´onj, al que abrían paso una decena de guardias urbanos motorizados y vigilaban media docena de furgonetas de los Mossos d´Esquadra.

El recorrido del autobús azulgrana fue vitoreado constantemente y aclamado por aficionados que aguardaban a sus héroes, bien a pie de calle o desde los balcones, y por transeúntes que disfrutaban del título.

Pese a las llamadas a la tranquilidad, sí esta previsto un pequeño festejo después del partido de Liga ante Osasuna (sábado 23 de mayo), cuando los jugadores del Barcelona ofrecerán el trofeo liguero a su afición en el Camp Nou. Cuatro días después, el Barça disputará la final de Roma. Si se consigue el triplete, esta vez sí se organizará la ya tradicional rúa y un programa de festejos a la altura de la gesta lograda: Liga, Copa y Champions en la que sería la mejor temporada de su historia. Pero, mientras, Pep Guardiola apela a la tranquilidad para que sus jugadores se centren, ante todo, en el objetivo más cercano.