El colectivo arbitral, sea del deporte que sea, aparece como uno de los principales puntos de fricción en el mundo del deporte. He conocido a varios colegiados, fundamentalmente de fútbol, y por encima de todo me parece que son personas apasionadas por el deporte. El malogrado Paco Ceballos, tan injustamente vilipendiado en su día, fue un buen ejemplo. De su misma época, ahí estuvo Antonio Fernández, a quien apodaban ´el padrecito´, por su propensión a hablar con los jugadores. Antonio era --y es-- un tipo especial dentro de lo especial de un árbitro, pero por encima de todo, es un enamorado de todo lo que suene a deporte.

Sin embargo, los árbitros siguen siendo los peor tratados dentro de este peculiar mundo, si exceptuamos los de Primera, que económicamente gozan de unos ingresos estratosféricos, negociados en su día con inteligencia. Pero, globalmente, insisto, somos injustos con ellos. Ahí siguen, a decenas de insultos por partido. Eso sí es que es afición por una de las actividades más masoquistas del mundo.