Esto se está poniendo muy caliente. Esto está que arde. Rojo candente. Rojo vivo. Rojo ardiente. Hay dos tipos, fuera de lo normal, que en pocos meses han presentado su candidatura a romper los pronósticos. De los dos se sospechaba su hambre de triunfos, se conocían sus virtudes, pero no todos los consideraban tan atrevidos como para, a las primeras de cambio, en el arranque del Mundial, dar tres puñetazos sobre el asfalto y hacer saltar un montón de mitos, de logros, de criterios establecidos.

China, Shanghái y su impresionante, lujoso y desértico circuito (ayer solo acudieron a presenciar las carreras 28.425 personas, ¡podían haber regalado las entradas!), fueron escenario ayer de la tercera victoria del australiano Casey Stoner (Ducati, MotoGP) y el mallorquín Jorge Lorenzo (Aprilia, 250cc). Aquellos que anunciaron que el duelo que viene sería entre Valentino Rossi y Dani Pedrosa sospechan que el pulso del próximo siglo podría estar en manos de esos trivencedores repentinos y aguerridos veinteañeros.

Los dos han puesto ya tierra de por medio y se han consolidado al frente de la clasificación con cierta ventaja: Bridgestoner tiene ya 15 puntos más que Il Dottore, y Lorenzo aventaja en 27 a Andrea Dovizioso. Nada que ver con la clasificación del Mundial de 125cc, en la que Lukas Pesek, que ayer ganó su primer GP reverdeciendo laureles con Derbi, supera en dos puntos a Gabor Talmacsi y en cuatro a Héctor Faubel.

CARRERAS PRIMOROSAS Nadie ganó con la gorra en China. Empezando por Pesek, que venció en la última vuelta, imponiéndose a una docena de aspirantes a la victoria, entre los que estuvo un portentoso Esteve Rabat, Tito para los amigos, que alcanzó el tercer escalón del podio. El gigantón checo logró cumplir su primer sueño (ganar un GP) y ahora no le hace ascos a ganar el título más igualado de la historia. Porque si algo está claro en la categoría de 125cc es que este año no hay un Alvaro Bautista que gane, eso, con la gorra, como ocurrió el año pasado. Cuatro carreras, cuatro vencedores: Faubel (Qatar), Talmacsi (Jerez), Corsi (Turquía) y Pesek (China).

Pasadas las doce de la mañana locales, la hora escogida habitualmente por Jorge Lorenzo para conquistar un nuevo país, el campeonato empieza a tomar color rojo, de Fortuna, de Aprilia, del creador de por fuera, ese eslogan que obliga a sus rivales a superarle, si pueden, por el exterior de la curva. Lorenzo, que ayer cometió un grave error en la primera vuelta al pasarse de frenada y caer a la sexta posición del grupito de cabeza, volvió a protagonizar una remontada de película.

PROMESA CUMPLIDA Lorenzo, cómo no, ganó con la facilidad que en él ya es costumbre. "Le prometí a Dani Amatriain, mi manager, y a Alex Debón, mi asesor deportivo, que intentaría ganar las cuatro primeras carreras. He ganado solo tres y terminado segundo en la tercera. Les he fallado (risas), pero sé que son muy felices. Yo también, aunque esto solo acaba de empezar". Y contó su secreto: "En la pretemporada, me dí cuenta de que estaba un poco gordo (más risas). Adelgacé, me puse como una bestia y ya en la primera carrera vimos los resultados". Lorenzo reconoció que "cuando estás en forma, te sale todo, incluso cuando cometes errores como los míos".

GRAN DUCATI La carrera de MotoGP volvió a ser otra exhibición de Ducati. Y van tres de cuatro. A Stoner solo se le resistió Rossi que, con una Yamaha que corría 12 km/h menos que la Desmosedici, estuvo planteándole batalla hasta las cinco últimas vueltas cuando, víctima de su desmedida pasión por ir a la velocidad de esa bala roja, se salió de la pista y cedió la segunda plaza a un desbocado John Hopkins, cuya Suzuki también es mejor que la Honda de Pedrosa. Rossi tuvo suficientearrojo y amor propio para volvera darle caza. Así es Rossi, aunquela Ducati volvió a ser demasiadopara él. Ahora viene Europa, y losviejos rockeros recuerdan que ésees suterreno. Es verdad, pero lasuperioridad de Ducati y la placidezcon la que pilota Stoner impresionan.