Si alguien cree que Lance Armstrong está preocupado por sus contrincantes, sin duda se equivoca. "Cada año la prensa me coloca a 10 o 12 rivales para luchar por el Tour". Y cada año, desde 1999, sucede lo mismo. El y sólo él llega a los Campos Elíseos de París vestido de amarillo. El y sólo él ocupa la primera plaza del podio, la que verdaderamente importa, y por debajo le trae sin cuidado quién le acompañe. Casi siempre, al menos en tres de las seis victorias consecutivas del tejano, ha sido Jan Ullrich quien ha repartido saludos a la estela del gran dominador de la ronda francesa, que se inicia hoy.

Y, todos los años también, la prensa busca algún defecto, alguna duda, algún titubeo, algún clavo al que agarrarse, alguna luz en el horizonte que muestre una flaqueza de Armstrong, algo que pueda aportar un dato que haga pensar que sea otro el ciclista quien gane el Tour. Y así desde 1999. La ronda francesa, la gran boucle, empieza el sábado con una contrarreloj de 19 kilómetros en la región atlántica de La Vendée y, por ahora, sólo hay un hecho claro. El 1 de julio del 2006 comenzará la siguiente edición del Tour, en la ciudad de Estrasburgo, y entonces sí que se sabrá que el ganador será un ciclista distinto a Armstrong.

RETIRADA ANUNCIADA Porque entonces el estadounidense ya habrá colgado la bicicleta en su rancho de Texas, se dedicará al golf y dejará vía libre a una pequeña lista de candidatos a ocupar su trono. Ivan Basso, posiblemente Ullrich y con un poco de suerte Iban Mayo se eregirán entonces en los tres corredores mejor preparados para iniciar la sucesión.

Ellos tres son también ahora los más aventajados para enfrentarse a Armstrong, en un duelo del que también pueden participar el kazajo Alexandre Vinokurov, el alemán Andreas Klöden, los rusos Denis Menchov y Vladimir Karpets, el francés Thomas Voeckler, el estadounidense Levi Leipheimer y el colombiano Santiago Botero. Sumados todos ellos se convierten en esa decena de ciclistas de los que habla Armstrong, la decena de todos los años, las cifras de siempre, las que convergen en el mismo resultado: la victoria del tejano en París.

Sin embargo, la habitual candidatura de Armstrong no resta pasión a este Tour. Si logra una séptima victoria, nos encontraremos inmersos en un hecho histórico, en otra página de leyenda, ya que es muy difícil, por no decir imposible, que alguien consiga igualar la hazaña del tejano. Y, si por una casualidad, alguien le noquea, o sorprendentemente se hunde en una cuesta alpina o pirenaica, también viviremos un hecho sin precedentes. Por ambas razones, el atractivo de este Tour adquiere una dimensión mayúscula. "Estoy más motivado que nunca y cuento con el mejor equipo", declara Armstrong. Cierto. Ya se adivinó

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