«Es lo mejor que podía hacer. Es la única salida que tenía. No podía hacer otra cosa. Es lo mejor para él, lo mejor para los que le queremos a muerte y no nos hemos separado de él jamás. Y es lo mejor para el motociclismo. Había perdido la confianza, la motivación y, sin coraje, sin valor, sin ganas, es imposible pilotar estos monstruos a 350 kilómetros por hora. Lo siguiente era hacerse daño de verdad. Ha hecho bien. Yo llevo 15 horas llorando y no sé cuando pararé. Ni me importa».

Juanito Llança es, sin duda, una de las mejores personas de entre los 2.000 habitantes de paddock que uno puede encontrarse en el Mundial. Llança es el mecánico de toda la vida de Jorge Lorenzo y una de las pocas personas que han sido nombradas por el pentacampeón mallorquín en el momento de anunciar ayer su retirada, en una repletísima sala de prensa del circuito de Cheste (Valencia), donde solo se notó a faltar al campeonísimo Valentino Rossi, derrotado por Lorenzo con su misma Yamaha. Llança aún está llorando, pero feliz «porque Jorge se va dejando su huella y, sobre todo, con un palmarés que muchos, todos los presentes aquí, quisieran atesorar».

Lorenzo, que ha dicho adiós, que ha anunciado su retirada, en el mismo lugar, casi día y hora, que hizo Dani Pedrosa, el pasado año, ha estado acompañado en la mesa por Carmelo Ezpeleta, máxima responsable del Mundial. Delante, en primera fila, junto al campeonísimo Marc Márquez estaba el padre del pentacampeón, Chicho Lorenzo; su madre, Maria Guerrero y su hermana Laura. Detrás, todo el Mundial menos el Doctor.

Y, al final del anuncio, una cerrada y estremecedora ovación, correspondida, de inmediato, por el piloto mallorquín, cuya moto, posiblemente, herede, el año que viene, el francés Johann Zarco, pues parece ser que ni Alberto Puig, director deportivo del equipo Repsol Honda, ni la cúspide de la fábrica japonesa se van a atrever a adelantar el salto del bicampeón Àlex Márquez a la categoría de MotoGP, pese a que más de uno considera que está preparadísimo para ser el compañero de su hermano mayor.

Conferencia extraordinaria

El rumor que empezó a correr por el mundo al saberse que Lorenzo, como en su día hizo Pedrosa, acababa de convocar una conferencia de prensa extraordinaria, no programada, con Ezpeleta, en Cheste (Valencia), se confirmó nada más comenzar el acto. Lorenzo lo dijo primero en inglés y, a continuación, en español. «Hay cuatro días grandes, enormes, únicos en la vida, en la historia de un piloto. Primero, cuando debutas en el Mundial (Jerez-2002). Segundo, cuando logras tu primera victoria (Río de Janeiro-2003). Tercero, cuando conquistas tu primer título (Aprilia, 250cc, 2006), cosa que no todos los pilotos consiguen y que yo tengo el honor de haber logrado cinco veces. Y, por último, el día que anuncias tu retirada. Pues bien, ese día ha llegado. Es hoy y os comunico que no me veo con corazón y coraje de seguir. Gracias a todos».

La ovación fue ensordecedora y, cómo no, las lágrimas de Lorenzo brillaban más que los aplausos. Lorenzo contó, antes de que la sala de prensa se estremeciera, pese a saber todos de qué iba la historia, que lo había intentado con toda el alma, pero que las lesiones acumuladas al final de la pasada temporada y las sufridas este mismo año, le han hecho imposible seguir intentándolo.