Caía el sol sobre la costa atlántica francesa cuando el autobús de la selección española de fútbol cruzaba el imponente puente que une La Rochelle con la Ila de Re, un paraíso tranquilo y sereno, donde las 20.000 personas que viven en la isla están esparcidas por pequeños puntos urbanos. En ese autobús iba el campeón de Europa. Llegó a Francia el equipo de Vicente del Bosque con casi todo decidido, pendiente de que sea público si De Gea ha arrebatado la titularidad a Casillas, el dueño de las manos que han levantado un Mundial y dos Eurocopas. Pendiente, además, de hallar la solución al eterno problema del gol. Eterno desde queVilla emprendió el camino de Estados Unidos o Fernando Torres decidió salir del Atlético, al que volvió. Pero ya sin la continuidad que tuvo cuando era el Niño. A Morata, Aduriz y Nolito les toca resolver ese complejo problema si no quieren que España pierda su corona.

España se instaló en un bunker. A pie del mar. Tal si viniera de turismo a una isla tranquila. Pero no es así. Rodeada de unas extraordinarias medidas de seguridad, escoltada por la gendarmerie francesa, que tenía, al mismo tiempo, miembros de los cuerpos de seguridad españoles, llegó la selección a su nueva casa.

De aquí no querría moverse hasta el 10 de julio, fecha de la final en el estadio de Saint Dennis (París), por mucho que esté a 500 km.España ha llegado a la Isla de Re en ese autobús que contiene un lema: 'un color, una pasión, somos La Roja'. Hará vida monacal, encerrada en el Hotel Atalante Relais Thalasso, protegida por varios cordones de seguridad que impedirán cruzarse con los turistas, casi todos de clase alta, que disfrutan de la tranquilidad y belleza de la Isla de Re. La cuenta atrás ha comenzado. El lunes debuta el campeón de Europa. Será en Toulouse ante la República Checa (15.00 horas).