La fiebre por el baloncesto en Plasencia tocó ayer su punto más alto. La locura que significa el equipo de basket para la afición jerteña se desató más que nunca a lo largo de una jornada de pasión, que acabó con un oscuro desenlace.

Desde las primeras horas de la mañana, el decisivo partido copaba todas las conversaciones. Durante horas las bufandas verdes, las banderas, cualquier elemento identificativo con significado placentino se lucía con orgullo. Y es que el basket sirvió para que los ciudadanos sacaran pecho por última vez esta temporada.

Los más mayores, los más pequeños... todos se levantaron con la cabeza puesta en el quinto y definitivo asalto frente al CAI. Cuando quedaba más de una hora para el inicio del duelo, el pabellón ya había sufrido la tradicional invasión verde. El ambiente era extraordinario y los poco más de 50 aficionados maños no podían emitir un solo decibelio. Salvo algún incidente aislado, la convivencia entre las dos aficiones resultó deportiva.

La anécdota de la noche fue el apagón sufrido en el pabellón en el descanso. Los minutos de oscuridad fueron el preludio del devenir definitivo.