Se marchó El Niño. Se marchó Fernando Torres. Abandonó al balón vistiendo la camiseta del Sagan Tosu en Japón con una derrota ante el Vissel Kobe de Iniesta y Villa (1-6). «Cuando tenía 5 años empecé a jugar al fútbol con mi hermano. 30 años después juego mi último partido como profesional», escribió el exdelantero del Atlético, con su puño y letra, en una carta que dejó en cada uno de los asientos del estadio del Sagan Tosu. «Miro atrás y casi no puedo creer todo lo que he vivido», rubricó Torres.

«Quería dar las gracias al fútbol por haberme hecho tan feliz. Pero no quiero olvidarme de la parte más auténtica del fútbol, la que hace que este deporte sea tan maravilloso, los aficionados», apuntó el jugador, quien utilizó en su último partido una camiseta roja y blanca en honor al club, el Atlético, que inspiró su vida deportiva y personal.

Una noche japonesa llena de emociones para un delantero, a quien el destino le permitió despedirse junto a Iniesta, con quien inició su carrera en las categorías inferiores de las selecciones españolas (ambos fueron campeones de Europa sub-16 en el 2001) y Villa.

«Luego, vacaciones»

Ya en el túnel de vestuarios, y tras abrazarse con Iniesta, empezaron las emociones. Tenía a sus hijos Nora, Leo y Elsa a su alrededor, evocando la imagen de su regreso al ya derruido Vicente Calderón, cuando las cámaras de DAZN captaron un diálogo. «Último partido, ¿no?», dijo Torres. «Sí, y luego vacaciones», le contestó Leo con una delatora sonrisa. Arranca una nueva vida para su padre, quien tarde o temprano acabará trabajando en el Atlético. Pero no quiere el ya exdelantero ser un simple cromo o una postal del pasado para ir al palco del Metropolitano. Se formará antes. «Un final es solo otro principio», sentenció.