El sufrimiento por el triunfo de Valencia fue extremo para Pep Guardiola. No tanto por la incertidumbre del marcador, o los nervios que pasara por un partido clave de la Liga, sino por el dolor físico que sintió antes, durante y después de la cita de Mestalla. El entrenador del Barça quedó ingresado en una clínica nada más regresar de Valencia y anoche pasó su segunda noche ingresado en el centro.

Las pruebas médicas a que fue sometido ayer para descubrir el origen de la lumbalgia aguda que sufría en los últimos días descubrieron en la espalda de Guardiola una hernia discal de la que está siendo tratado con analgésicos e inyecciones epidurales que reduzcan el intenso dolor que padece. El técnico recibirá el alta en función de la evolución que experimente, aunque fuentes del club dudaban de que estuviera recuperado para sentarse en el banquillo mañana ante el Zaragoza.

Hoy ni siquiera dirigirá el entrenamiento. La preparación del partido de mañana correrá a cargo de su ayudante, mientras en la clínica los médicos seguirán pendientes de la respuesta de Guardiola. Las inyecciones forman parte del tratamiento conservador. El caso extremo para la curación definitiva es la intervención quirúrgica, una opción que anoche todavía no se contemplaba, al menos con carácter de urgencia.