Los cinco últimos títulos mundiales se han decidido en Brasil. Poco ha importado que la carrera de Interlagos fuera o no la última de la temporada. La estadística es tan demoledora que sugiere tomar en cuenta las reducidas opciones de Fernando Alonso para liquidar el título este fin de semana. Necesita ganar y que Mark Webber no mejore un quinto puesto. Suena posible si no fuera porque los Red Bull siguen siendo los coches más rápidos de la parrilla, porque los McLaren han vuelto a ser competitivos, porque la lluvia tiene prevista su aparición en la crono del sábado, porque Alonso tiene que mimar el último motor que le queda en uso. Y porque Brasil suele ser una carrera loca.

Alonso (2005 y 2006), Kimi Raikkonen (2007), Lewis Hamilton (2008) y Jenson Button (2009) celebraron con caipirinha sus coronas. Dedicado el finlandés a estrellarse en los rallys, los otros tres llegan a las dos últimas carreras del 2010 con opciones al título, aunque solo con carambola para los dos ingleses.

La picardía de Alonso

En realidad solo Alonso puede proclamarse campeón este fin de semana. Es el líder y aventaja a Webber en 11 puntos, en 21 a Hamilton, en 25 a Vettel y en 45 a Button. "No creo que aquí se vaya a decidir nada. Me conformo con salir de aquí con la misma ventaja o algún punto más sobre Webber", dice Alonso. Para sus intereses juega la estrategia de Red Bull. "Christian Horner dirige muy bien su equipo y espero que lo siga haciendo de la misma manera hasta el final", dice con sonrisa de pícaro. Horner ha dado siempre algo de ventaja a Vettel sobre Webber, en asuntos como el turno para salir en la calificación --en Corea-- o quitando piezas del coche de Webber para colocárselas en el de Vettel, como en Canadá. El alemán es la apuesta del equipo, y Alonso lo celebra. Y en cuanto puede hurga en la herida. "¿Cómo va lo tuyo con Vettel?", le espetó a Webber --uno de sus mejores amigos en el paddock -- en el paseo de los pilotos previos a la carrera de Corea. Después, mientras el GP estaba detenido por la lluvia, no dejó de minar su moral en otra conversación.

Pero es recíproco. "Fernando no puede atacar, él tiene que cuidar mucho el único motor que le queda, y yo en cambio tengo dos casi nuevos", dijo ayer el australiano. Es la guerra fría, los recados para alterar la concentración en el momento decisivo. Y ocurre también entre compañeros. "Estoy tranquilo, sé que tengo todo el apoyo de mi equipo", replica Vettel ante la posibilidad de que Red Bull se pudiera inclinar por apostar por Webber.