"Jó, ¡que me acaban de tirar a la piscina!". La voz de Cristina Jordán suena traviesa, irresistiblemente feliz. Pero ya no es la adolescente que cuando no levantaba dos palmos del suelo ganaba las carreras con una pierna y era también un portento físico en deportes como el baloncesto: tiene 21 años y es una extremadamente responsable estudiante de Medicina en Madrid. Y, claro, una de las más brillantes atletas españolas de la actualidad. La plata de ayer en la carrera sub-23 del Europeo de cross no será la última en una competición de esta índole.

Siguiendo un bromista ritual de celebraciones, a Cristina la arrojan a la piscina del hotel en Albufeira --afortunadamente, climatizada-- porque es una de las componentes del equipo español más queridas. Mientras se seca intentando no coger frío, cuenta con absoluta naturalidad lo ocurrido unas horas antes sobre la hierba. "Yo venía aquí pensando en ver si entraba entre las diez primeras, pero me he visto fuerte, muy adelante, me he dicho: ´venga, vamos, vamos, que tienes medalla´ y ahí hemos estado. A la inglesa cuando la he visto flojear un poco la he dejado atrás y ya no me ha pillado. La turca era ya demasiado, es una tía con mucha experiencia", recuerda, con un arrebatador acento extremeño, de Casar de Cáceres, esa localidad que adora y la adora.

Fuerza y clase

Cristina no es de esas atletas rectilíneas, hercúleas. Más bien todo lo contrario: pequeñita, peleona, de una tremenda confianza en sí misma y una capacidad de superarse a sí misma a prueba de bombas, de lesiones. Y de decepciones, como la que ha sufrido esta semana. Si se busca en la hemeroteca de este periódico, se encontrará un reportaje en el que, hace unos años, confesaba que su ídolo era Marta Domínguez.

¿Qué se siente cuando a tu "referencia" --Jordán dixit -- la acusan de distribuir productos dopantes? "Ha sido un palo, una gran decepción para mí. Siempre me ha gustado mucho cómo corría, su personalidad, su genio. Y ahora pasa esto, pero espero que al final se sepa lo que ha ocurrido y que si es culpable, que pague", responde.

Y es que el equipo español en el Europeo de cross estaba bajo un enorme microscopio. "Queríamos defender nuestro atletismo, demostrar que hay mucha gente que estamos en esto que estamos limpios, que es un deporte maravilloso", relata tras recibir la felicitación de la otra extremeña participante, la junior sanvicenteña Tania Carretero. "¡¡¡Ella está más contenta que yo!!!", exclama. Otro extremeño, José Ignacio Fernández, ejerció una vez más como jefe de expedición, confirmando que no pierde la confianza del presidente de la Federación Española, José María Odriozola, sobre todo en cuestiones relativas al campo a través.

Atrás quedan todas las horas de entrenamiento, de hacer malabarismos en la Blume para compaginar atletismo y estudios universitarios. Y los problemas físicos que hicieron peligrar la plata de ayer. "Me perdí el cross de Soria, pero luego me he ido poniendo poco a poco bien y la verdad es que he llegado fuerte aquí, con muchas ganas". Sí, sobre todo cuando su experiencia internacional había tenido episodios tan terribles como el golpe de calor que sufrió en el Mundial de Kenia, hace tres años, un momento especialmente desagradable.

"Ser segunda en un Campeonato de Europa es mejor que ser primera en uno de España", resume la atleta extremeña, cuya carrera es dirigida por Antonio Serrano como técnico y Jesús Oliván como representante.

Ya totalmente seca, espera la fiesta en el hotel portugués, pues hasta hoy no regresa la expedición. Pero Cristi no es chica de jaleos. Mañana hay que entrenar otra vez y repasar los apuntes que se le han escapado estos días.