Una cita con la historia, así de trascendente, así de seria, aparece la final de la Copa ULEB en el horizonte del Real Madrid, que sale al reencuentro de glorias pasadas, y del Hapoel Jerusalén israelí, que acude a su primer cara a cara con un título continental cargado de esperanza.

Para eso han llegado uno y otro equipo hasta Charleroi, una pequeña localidad belga de raíces mineras a escasos 50 kilómetros de la activa Bruselas comunitaria, para saltar a la pista del coqueto pabellón Spiroudome -6.500 espectadores- y enfrentarse a un reto con su propia esencia.

Palmarés contra palmarés ni siquiera debería haber partido. El Real Madrid continúa siendo el club más laureado del baloncesto europeo: ocho de las antiguas Copas de Europa -luego Liga Europea, más tarde Euroliga, ahora con una pata en la Federación Internacional y otra en la Unión de Ligas Europeas-; cuatro de las antiguas Recopas -en su última etapa Copa Saporta-; una Copa Korac y tres Intercontinentales.

El Hapoel prácticamente acaba de darse a conocer en el concierto continental. Su mayor logro data de la temporada 01-02 con un subcampeonato en la Copa Saporta.