Antes de irse del Manchester City, Manuel Pellegrini tendrá la oportunidad de asomarse al Bernabéu, ese estadio donde fue despedido de mala manera. Hace ya seis años que el técnico chileno arrastra esa cuenta pendiente. El Bayern, en cambio, lleva tres persiguiendo la Champions que conquistó Jupp Heynckes antes de irse en un viaje que ahora pretende repetir el propio Guardiola en Alemania. Ganar la orejuda y volar luego hacia la casa que dejará libre Pellegrini.

Pero en el camino del Bayern aparece el Atlético, "un equipo de otro nivel en los últimos cinco años", como se encargó de precisar Guardiola, obra de Simeone, un técnico que ha cambiado el alma del pueblo rojiblanco. Pero también el Atlético tiene un par de cuentas pendientes en la primavera del 2016. Juega por la historia para saldar una vieja deuda con el Bayern tras aquella final perdida en 1974 después de que se jugara un partido de desempate. Y juega además por el pasado más reciente, incapaz de olvidar el Cholo y los cholistas que Sergio Ramos, con un imponente cabezazo, les quitó en el último suspiro algo que creían suyo.

Y EL CAMPEON EN CASA El Barça, mientras, se lo miraba todo desde casa. Lamiéndose las heridas por esa caída en el Calderón, preguntándose miles de cosas sin hallar respuestas convincentes. La mayor derrota del Barça fue consigo mismo. "Casi siempre el que nos eliminó fue el campeón", argumentó el presidente azulgrana Josep Maria Bartomeu sin recordar acaso que en el 2014, con Tata, quien quedó campeón fue, precisamente, el Madrid.

No hace ni dos semanas andaba el equipo de Zidane con la soga al cuello, coincidiendo con aquel gol de Piqué. Pero renació en el clásico, y tras sufrir en Wolsfburgo, vive ahora instalado en un clima de felicidad casi completa, viendo el desmoronamiento azulgrana despojado de su corona europea y temblando ahora en la Liga, confiado en que el tridente retorne lo antes posible para no caer en un oscuro precipicio.

El Madrid, en cambio, sonríe cada vez que alguien llega al sorteo al plantarse en semifinales sin enfrentarse a ningún campeón de Liga. Pero Zidane no se fía. Hace una semana estaba casi condenado; ahora puede levantar la Undécima. "¿Fácil? Mira el Wolfsburgo, no quiero escuchar eso. Lo positivo es jugar la vuelta en casa", alertó el francés, mientras Pellegrini se iría por la puerta grande si pisa Milán. "Jugar las semifinales es increíble", aseguró el chileno, empeñado en dejarle a Guardiola el mismo legado que recibió este de Heynckes cuando llegó a Múnich. Simeone quiere acabar con los fantasmas de Schwarzenbeck y Ramos sacándose del camino al Bayern, que se enfrentará a la tortura que destrozó al Barça: dos eliminaciones en los tres últimos años. Con Tata y con Luis Enrique.

"Los jugadores alemanes no han jugado nunca contra el Atlético de Madrid, será una gran experiencia para ellos", advirtió Guardiola preparándoles para el tormento táctico y emocional que vivirán en los próximos 180 minutos, sobre todo en el Calderón, "uno de los estadios con más ambiente de Europa", según el técnico catalán. Por si acaso, los alemanes apelarán a cualquier ayuda.