Puertollano: Limones; Santacruz, Pelegrina, Aguilar, Portela; Medina, Ortiz, Sergio Molina (Checa, 81I); Pedro Díaz (Pizarraya, 68I), Elton, Carrascosa (Guerra, 68I).

Badajoz: Eladio; Ibón Díez, Durán, Domingo, Sipo; Moutinho, Parada (Rubén, 81I), Abdoulaye, Viyuela; Diego Torres, Gaspar.

Goles: 1-0 (46I): Carrascosa. 1-1 (61I): Viyuela. 2-1 (72I): Sergio Molina. 2-2 (74I): Diego Torres. 3-2 (76I): Sergio Molina (pti.).

Arbitro: Vizuete Sánchez, auxiliado por Bueno Díaz y Moreno Díaz, los tres del colegio andaluz. Amarillas para Raúl Aguilar, Elton, Raúl Medina, Pelegrina, Limones; Parada, Gaspar, Viyuela e Ibon Díez.

Incidencias: Ciudad de Puertollano. 1.200 espectadores. Uno de los asistentes se lesionó al inicio de la segunda mitad y el colegiado arbitró con un único asistente.

El Badajoz se marchó de vacío de su visita al Ciudad de Puertollano después de encontrarse un partido bipolar que gestionó con un comportamiento ciclotímico: paciente y seguro en la primera mitad, donde la falta de tensión invitaba a la calma; y nervioso y dubitativo en la segunda parte, donde las circunstancias enloquecieron, el guión se emborronó y nadie entendió la letra que marcaban los folios escritos de antemano, imposibles de interpretar en el segundo acto de la función.

Hasta dos veces enjugaron los pacenses la ventaja de los locales, y una tercera vez recibieron herida, esta vez mortal, en un segundo tramo en el que hasta el trío arbitral sufrió adversidades, con la pérdida de un efectivo por lesión. Vizuete Sánchez arbitró la segunda parte con un juez de línea menos.

La primera mitad, resuelta sin goles por ambos contendientes, fue un ejercicio lento de fútbol sin alardes. No hubo grandes genialidades, más allá de algún balón al espacio que buscó Sergio Molina por los locales, y de algún desborde en carrera de un impetuoso Diego Torres, tan vertical como ineficaz en el último pase, por parte de los visitantes. Fue precisamente el pacense el que disfrutó de la mejor ocasión del primer acto, después de dibujar una contra de manual junto con dos compañeros.

OPCION DE TORRES En el cruce de caminos de uno y otro, y tras un triángulo trazado a un toque con el balón, Diego Torres se plantó en carrera frente a Limones, con el meta, de amarillo total, debajo del arco. El ariete golpeó la pelota tan mal como podían desear los locales, tan mal que los visitantes ni se lo creían. Se marchó muy alto.

Fue la mejor ocasión de la primera mitad, pero no la única. Porque a pesar de que le costaba masticar sus ataques a los locales, tuvieron un par de acercamientos sobre la meta de un Eladio cuyos guantes perdieron la pega en el vestuario. Algunos de los rechaces del meta ayudaron a multiplicar la incertidumbre de las andanadas industriales, pero cuando tuvo que responder con sobriedad, como en la llegada de Sergio Molina a la media hora, lo hizo, para regocijo de los suyos.

Tampoco pasó apuros en la batería de saques de esquina que los azules dispararon sobre su meta, en las que bien porque los centros eran atajados de raíz por los zagueros, o bien porque los saltos siempre fueron más impetuosos por los rojos que por los azules, nunca hubo remate claro sobre el portal del Badajoz.

A lo suyo, el cuadro pacense se estiraba. Lo hacía a través de una circulación nada original, pero siempre efectiva. Trataba de buscar en la banda lo que el centro del campo le negaba, y se alimentó muchas veces de las pérdidas que los locales encadenaron por la falta de tensión con la que jugaron la primera parte.

Con subir un poco la línea de mordida, los hombres de Torres Mestre conseguían que los puertollaneros no conjugaran debidamente el verbo necesario para trasladar el balón desde la zona de defensa a la línea de ataque, y cuando Raúl Medina no encontraba el hueco para filtrar el cuero entre líneas a Sergio Molina, el ataque local se convertía en envío directo sin acuse de recibo desde los centrales hasta los costados.

Ahí se mantuvo firme la defensa pacense, que solventó por arriba lo que tuvo y por abajo lo que pudo, que fue suficiente. Con una ocasión por banda, la más clara para los visitantes por medio de Diego Torres, ambos se marcharon al vestuario con la sensación de que en la segunda parte había que acelerar, porque ambos podían dar más para ganar.

La definición de dar algo más para ganar el partido la ofreció Sergio Molina a los 90 segundos de la reanudación. Partió de la banda izquierda, en diagonal hacia el área, en la zona de medios, pero se echó el balón largo. Metió la puntera lo justo para superar al mediocentro, y corrió hasta saltar de lado para recibir el pelotazo que preparaba el central.

El balón le impactó en el costado y se fue a la espalda de la defensa, en esa zona en la que el portero no puede salir y los defensas corren hacia la puerta propia. La ganó Sergio Molina, ante Eladio ya, pero el meta contaba con la ayuda de Durán. Carrascosa llegaba solo por el centro y fue el encargado de ajusticiar la meta. El Puertollano, en ventaja.

Para el Badajoz, pues, tocaba reflexión, y la tuvo cuando el juego se detuvo durante cerca de ocho minutos para asistir a un juez de línea, que acabó lesionado y retirándose del terreno de juego. Vizuete Sánchez se quedaba sin uno de sus asistentes. Le tocaba cubrir, a él solo, el ataque del Puertollano, sin más ayuda que su vista desde la zona central. El encuentro, no obstante, estuvo parado diez minutos hasta que se reanudó sin el asistente.

REACCION En ese tiempo, se apagó la llama del Puertollano, esa que se enciende con cada gol, y el Badajoz se sacudió la torta encajada para salir al campo impoluto, como si nada hubiera sucedido. Adelantó un poco las líneas y sin llegar a presionar hasta morir, consiguió presencia en el área de los locales. El resto lo puso Viyuela, con una maniobra magnífica de recorte sobre su par, hacia dentro, y disparo fuerte y a la escuadra que se introdujo en la meta de Limones después de tocar el larguero. El capitán emparejaba el partido (1-1).

Pero como las tardes de diciembre son propicias para el incendio, el choque saltó por los aires en 6 minutos. Primero, Molina se metió en la portería con defensa, balón y gloria tras un tanto Emilio Guerra (2-1).

Con el Puertollano celebrando el gol, Viyuela encontró el hueco que dejó a su espalda Raúl Aguilar, que había salido para cabecear al centro del campo, y dejó a Diego Torres mano a mano ante Limones, al que batió de disparo cruzado (2-1). Dos minutos después, Emilio Guerra recibió en carrera en el área pero fue zancadilleado por Parada, que no le aguantó la carrera. Sergio Molina marcó desde los 11 metros (3-2).

El segundo tiempo estaba loco. Y el Puertollano pescaba en el agua revuelta del partido, algo que no consiguió Gaspar para los pacenses, después de enviar un libre directo en la frontal al palo. El toque exquisito de zurda por encima del larguero encontró la madera ante el escorzo de Limones, que había hecho lo posible por cubrir el marco.

El 90 llegó antes de tiempo, por los 10 minutos perdidos por la lesión del asistente. Tocaba alargar el esfuerzo un rato más. Los locales querían el balón para defender con la posesión, y buscaban el contragolpe. El Badajoz triangulaba bien y buscaba agrietar la pared azul con el balón por bajo. No fue suficiente.