Nairo Quintana parece adulto, muy adulto, cuando se esfuerza sobre la bici, cuando trata de recuperar ese mágico toque que lo convirtió en uno de los grandes escaladores de esta década, el Quintana que ganó una Vuelta y un Giro y estuvo hasta tres veces sobre el podio de París, siempre acompañando a Chris Froome. Pero cuando llega a la meta y se abraza con los auxiliares del Movistar que se lanzan hacia él para protegerlo y felicitarlo por la gran victoria en el Portet, este pequeño escalador colombiano de 28 años parece más bien un niño, feliz porque ha hecho una maldad, una maldad enorme como escaparse a 15 kilómetros de la cima, capturar a los corredores que iban fugados desde el inicio de una etapa corta y explosiva, con el fiasco de una absurda parrilla de salida, con semáforo y todo, que en ciclismo no sirve para nada, y poco a poco convencerse de que tenía magia en el cuerpo. Y de este modo, convertirse en el ganador de la 17ª etapa, la primera que consigue el Movistar, una victoria que, en el capítulo personal, le llegó cinco años después de la lograda en Semnoz, en los Alpes, en el penúltimo día de competición del Tour 2013.

Entonces, a diferencia de ahora, solo era una promesa del Movistar, un joven colombiano sacado de las montañas más frías de su país. Pero en este Tour no ha sido fácil, no es fácil, compaginar una doble jefatura entre Quintana y Mikel Landa, sobre todo cuando uno está brillante un día, como ha ocurrido con Quintana en la subida al Portet, y cuando, por una razón u otra, Landa, hasta ahora no ha demostrado ser el líder consistente para aspirar a algo super brillante en esta ronda francesa. Mermado por la caída en la etapa de los adoquines, el equipo no se ha atrevido a darle totalmente el papel de líder; entre otras cosas, porque el Movistar siempre ha esperado la reacción de Quintana.

«¡Quintana, Colombia!», se escuchaba de fondo mientras Nairo antendía a los periodistas. «Este día lo tenía preparado y marcado en rojo y me ha salido todo lo bien que esperaba. Hasta ahora no había tenido buenas sensaciones y por ello había tenido unas pérdidas de tiempo muy malas. No había sentido bien el cuerpo, pero he seguido creyendo en mí para seguir luchando».