Al presidente de la Federación Española de Atletismo la Operación Galgo también le ha pillado fuera de juego. Hace más de 30 años ya recelaba de los métodos de Manuel Pascua, echó a Eufemiano Fuentes del organismo federativo, Marta Domínguez, la mejor atleta española de todos los tiempos, era hasta el viernes su vicepresidenta y José María Odriozola no tenía la más mínima sospecha de que una descomunal trama de dopaje contaminaba hasta las raíces al atletismo español. Así lo admitió ayer en la sede federativa, donde no sólo aclaró que no piensa presentar la dimisión del cargo que ocupa desde 1989 sino que las dudas sobre su diligencia y los ataques hacia su persona estos días le han decidido ya a presentarse a la reelección para un séptimo mantado presidencial consecutivo dentro de dos años.

"Sería absurdo dimitir. Yo soy una víctima más. No tengo nada de lo que arrepentirme y sería de cobardes abandonar ahora el barco", dijo ayer Odriozola, que se hizo acompañar por el atleta Angel David Rodríguez y el jefe de los servicios médicos de la federación, Juan Manuel Alonso. Los tres hicieron frente común, pero ninguno ofreció una explicación convincente del porqué la RFEA ha vivido en el limbo todo este tiempo, hasta que ha tenido que meter mano el juzgado número 24 de Madrid ante las pruebas de la existencia de una red de tráfico para el dopaje, recabadas a partir de una denuncia individual presentada la primavera pasada. Odriozola dio a entender que sabe quién fue el denunciante, pero no quiso dar ninguna pista. Todo apunta a que se trató de un atleta que no aceptó entrar en ese juego y se presentó ante el juez con pruebas tangibles.

CONTROLES POR SORPRESA Es lo que hubiera hecho el propio presidente de la federación de atletismo, pero él y sus colaboradores más cercanos no se olieron la tostada, según reiteró ante los periodistas. "Ahora resulta que mucha gente sabía cosas y nadie me ha dicho nada a mi en estos años. Si alguna vez nos ha llegado algún rumor con fundamento, hemos actuado cómo debíamos, con el seguimiento del caso y controles por sorpresa", afirmó Odriozola.

No ha sido el caso de Marta Domínguez, a quien suspendió cautelarmente como vicepresidenta federativa pero que seguirá con su licencia de atleta en vigor mientras el juzgado no ofrezca algún dato al que agarrarse para actuar. Según explicó el dirigente, desde el 2006 ha pasado más de 50 controles, además de los realizados por la federación internacional y el Consejo Superior de Deportes. En el último, llevado a cabo recientemente en Barcelona, sus valores son "absolutamente normales". Sin embargo, no descartó nada. Ni que ya estuviera implicada también en la Operación Puerto , que está a punto de reabrirse, ni tampoco que hubiera traficado.

"Si se demuestra fehacientemente o confiesa que se ha dopado desde una determinada fecha, se actuará con retroactividad y se le retirarán todas sus medallas y récords, como ocurrió con Marion Jones", añadió el presidente de la federación, que, por otro lado, aclaró que la preparación de la campeona del mundo de 3.000 metros obstáculos nunca ha despertado sospechas: "Es lo que ocurría con Fermín Cacho. Prepara, de acuerdo con la federación , mítines y tal campeonato y luego ni siquiera saca rédito a eso. Y no porque piense que le van a hacer controles ya que se le hacen muchos más aquí".

SALTOS EN EL AIRE Tampoco sospechaba de Manuel Pascua, a quien largó el comité técnico de la federación cuando llegó a la presidencia, pero que en los últimos años había vuelto a ser integrado en el engranaje federativo. "Reconozco que me he equivocado al pensar que Pascua ha cambiado y que actuaba dentro de la legalidad", señaló Odriozola, que justificó así su ignorancia al respecto: "En el grupo de Pascua no ha habido cambios repentinos en las marcas en estos años. Han tenido fama de que entrenaban más que nadie y por eso se lesionaban más, pero nunca nadie dijo que había cosas raras. No había saltos en el aire y eso me tranquilizaba".