Yo creo que tengo pie y medio en Río". Habían transcurrido apenas 45 minutos desde que Javier Cienfuegos hubiera protagonizado su mejor tiro en mucho tiempo (76.37) y lo reconocía: "me he quitado esa presión ya. Al Europeo voy a ir más tranquilo". Había sido en Montijo, en su localidad natal, cuando el extremeño se había acercado al objetivo con ese lanzamiento. Los juegos están más cerca. ¿O lo había conseguido ya? En los próximos días se sabrá. De momento, es el 29 del mundo. Entran 32 y el tiempo expira el día 10, justo lo que a él le presionaba. Ya no. La meta, tan lejos por la mañana, estaba cerca cuando anochecía en Vegas Bajas.

Tras un año durísimo, con controles, encuentros y campeonatos, y sobre todo cientos de horas de trabajo, en los que Cienfuegos había fracaso en su intento de asegurar su presencia en los Juegos, el problema se minimizó ayer ante sus paisanos, en el escenario que le ve entrenar --y sufrir-- a diario. "Sé que no es la marca, pero esto me sabe a gloria", escribió en su Twitter junto a una fotografía en este día feliz para él.

"Tengo que agradecer lo que ha hecho la federación organizándome controles", dijo a este diario, casi exultante. Lo había hecho al quinto tiro, con su entrenador, Antonio Fuentes, viendo cómo también su trabajo se veía recompensado.

Esta semana viaja a Armsterdam, al Europeo, donde será más complicado, asegura, que los lanzadores consigan grandes marcas. Pero él, henchido de moral, no descarta incluso mejorar lo realizado ayer. Cienfuegos estuvo en Londres hace cuatro años y ahora apunta a Río.

Cienfuegos ostenta el récord de España (76.71), conseguido en Leganés (Madrid) hace ya cuatro años. Ayer estuvo muy cerca de batirlo. En realidad, eso ahora no es lo realmente crucial: de lo que se trataba era, sobre todo, de alimentar la esperanza olímpica. En semanas anteriores todo tornaba nublado. Ahora casi todo se intuye más claro.