Siete días atrás, Joaquim Rodríguez lloró en Florencia una plata mundialista que solo le recordaba lo cerca que había estado del jersey arcoíris. Purito no es campeón del mundo, pero sí (a falta de una prueba) el mejor ciclista mundial de la temporada, el nuevo líder de la clasificación del World Tour, tras su victoria de ayer, por segundo año consecutivo, en el Giro de Lombardía, uno de los cinco monumentos del ciclismo. Y para goce de morbosos, ante Alejandro Valverde, segundo en la meta de Lecco.

"No ha sido ninguna revancha. Para mí es una victoria que vale muchísimo y ya he dicho que no vuelvo a mirar atrás", atajó Purito tras bajar del podio. Hace días que aceptó las explicaciones de Valverde sobre por qué no saltó a por Rui Costa, que ayer estrenó el maillot arcoíris, cuando el catalán lo tenía todo a favor para llevarlo él.

La espina se la sacó ayer con un triunfo en la clásica de las hojas muertas calcado al del año anterior, un déjà vu en toda regla que solo cambió a Samuel Sánchez por Valverde como segundo clasificado. Como en el 2012, también con lluvia, Purito demarró en el tramo más duro (15% de desnivel) de la ascensión a Villa Vergano.

La victoria le sirvió para desbancar del número 1 de la clasificación de la UCI al campeón del Tour, entonces Bradley Wiggins y ahora Chris Froome, ausente ayer en Italia por lesión. Estaba a 80 puntos del inglés de origen keniano, así que solo valían los 100 puntos de la victoria. "No era fácil, porque todo el mundo sabía que quería ganar", reconoció. Pero aun sabiéndolo, nadie aguantó su latigazo.