Volver a empuñar la escopeta con pulso firme y mente clara no le resultó nada fácil a María Quintanal, 24 horas después de su histórica medalla de plata en foso olímpico. Estaba muy ilusionada, cómo no, con el reto de volver a repetir un éxito similar, pero le resultó imposible. No mostró la puntería precisa ni se descentró por el viento, que tanto le preocupaba, pero que a la postre ayer echó de menos en el campo de tiro de Markopoulos, en Atenas.

La tiradora bilbaína, afincada en Las Palmas, no pudo entrar en la final de una especialidad en la que consiguió el título mundial en el 2003. Acabó en la penúltima posición, empatada precisamente con la rival que le superó en foso, la australiana Suzanne Balogh. La jovencita coreana Bo Na Lee, medalla de bronce el lunes, no acusó para nada la resaca y se llevó la plata a un plato de la estadounidense Kimberly Rhode.

"Estaba más nerviosa que el día de mi boda. No he podido dormir por el agotamiento físico y mental", comentó Quintanal después de la eliminación.

Sus puntuaciones en las tres series clasificatorias (32, 33 y 32 sobre un máximo de 40) pronto la dejaron descolgada del grupo de cabeza. Mostró una regularidad a la baja en sus disparos.