Tocado por todos los requisitos que distinguen a un campeón, Rafael Nadal superó al estadounidense Robby Ginepri y sin ceder un set en toda la semana se colocó en la primera final ATP en pista cubierta de su carrera en el Masters Series de Madrid.

Con una victoria por 7-5 y 7-6 (1) en una hora y 41 minutos, Nadal desplegó de nuevo todo su repertorio para salvar un compromiso, en teoría, más difícil que los anteriores y citarse en la final madrileña con el croata Ivan Ljubicic, que superó al argentino David Nalbandián por 6-3, 3-6 y 6-3.

Nadal parece preparado ya para cerrar el círculo. Hasta ayer en sus dos intervenciones anteriores en el Madrid Arena no había pasado de la segunda ronda. En el 2004 otro compatriota de Ginepri, Vincent Spadea, le enseñó la puerta del vestuario, y este año, pese a la lesión de rodillas ya casi olvidada, ha mandado, y lo más importante, se ha superado así mismo cuando más lo necesitaba, como acostumbran los grandes campeones, para llegar a la final.

Los dos sets fueron muy parecidos y en ambos se produjeron situaciones similares. Ginepri estuvo a punto de robarle un set a Nadal en el primero, pero la reacción del español fue contundente ante 10.000 personas.