El deporte en el Cuerno de Africa se mueve. El sábado anterior el atletismo keniano gozó de una jornada extraordinaria en el Mundial de Daegu (Corea de Sur) que acaba hoy. Edna Kiplagat, Priscah Jeptoo y Sharon Cherop coparon el podio del maratón, y por la tarde Vivian Cheruiyot, Sally Kipyego, Linet Masai y Priscah Jepleting Cherono ocupaban no solo el podio sino las cuatro primeras plazas de los 10.000 metros. Seis metales para Kenia solo en la primera jornada, una hazaña protagonizada esta vez por las mujeres.

Pese a la brillantez del resultado, el deporte femenino en esta parte del mundo sufre de un notable retraso con respecto al masculino, aunque algo está cambiando. Atrás quedan los tiempos en los que la argelina Hassiba Bulmerka, campeona olímpica de 1.500 metros en Barcelona-92, era amenazada de muerte por enseñar las piernas. Puede que el deporte femenino esté a punto de explotar, pero aún deberá superar no pocos prejuicios y atavismos, endémicos en este continente.

"Si visitas una casa kalenjín (grupo étnico del valle del Rift) y el hombre no está, te dicen que no hay nadie". Esa fue la respuesta de Lornah Kiplagat, campeona mundial de cros en 2007, cuando un reportero le preguntó sobre el papel de las mujeres en Africa. Lornah tiene 37 años y vive entre Holanda y Kenia. Creció sabiendo que la cara del hombre que sale en los billetes de 20 shillings es Kipchoge Keino, campeón olímpico de 1.500 en México-68, una leyenda. Una mujer nunca ocupará ese lugar, eso debía de pensar Lornah cuando entrenaba a las cuatro de la mañana para no ser vista por vecinos, cual proscrita.

Pero toda su familia siente pasión por este deporte. De hecho, la campeona del mundo de campo a través está cercanamente emparentada con otras tres atletas de renombre en Kenia, Silvia y Hilda Kibet, y Susan Sirma.

Lornah ha contado que su familia siempre la apoyó, incluso cuando se negó a que le practicaran la ablación. También para casarse con Pieter Langerhorst, su entrenador holandés, quizá buscando un horizonte más abierto. En el 2003 ya era holandesa y con esta camiseta ganó el Mundial de cros del 2007 celebrado precisamente en Mombasa, Kenia, casi en su casa. Un premio a la fidelidad.

Matrimonios pactados

Las mujeres kenianas tienen tanta o más habilidad que los hombres parar sufrir y correr al límite, pero hasta ahora sus resultados han sido menores en comparación con los masculinos. Los campeonatos escolares están llenos de niñas, pero cuando estas llegan a los 16 años, la tradición las empuja al matrimonio, casi siempre pactado entre las familias. Diez vacas y un trozo de tierra bastan para acabar con muchos sueños.

A partir de ahí, la que iba a ser campeona del mundo batirá un maldito récord cada día: se levantará la primera, preparará el desayuno, limpiará la casa, atenderá el huerto y el tercer bebé a la vez, hará la comida, irá a por agua al río, al bosque a por leña, y reunirá al ganado antes de preparar la cena. No le quedarán ganas de entrenar, quizá solo de salir corriendo de allí.

El matrimonio de atletas con sus entrenadores es frecuente en este deporte y en cualquier parte del mundo. En Kenia parece ser una garantía de éxito, al menos si se observan las biografías de las más fecundas, atléticamente hablando.

Edna Kiplagat, flamante campeona del mundo de maratón, no es familiar de Lornah Kiplagat, pero por el destino al que estaban abocadas podría serlo. Gilber Koech es su pareja y también su entrenador. Vivian Cheruiyot está casada también con su mentor, Kirui Kiplagat, "un hombre razonable" --dice la campeona de 10.000-- "que asume sin complejos que sus mujeres enseñen las piernas", decía Helen Chepeng'eno cuando fue apartada del equipo keniano por sus críticas al rol de las féminas y a los abusos federativos.

Chepeng'eno fue la primera campeona del mundo keniana de cros, en 1994. Su agente le pagó el billete de avión hasta Budapest para que pudiera competir. Su victoria fue un gesto reivindicativo más que un triunfo deportivo. "Corrí como una loca", declaró tras ganar, enrabietada. El año anterior, había sido apartada.