Pocos conocen a Michael Schumacher como el catalán Marc Gené. Rolf, su padre, lo conocerá como hijo aplicado, generoso, agradecido. Su mujer, Corinna, como el marido perfecto y fiel. Por descontado, el padre ideal. Willi Webber, su mánager, como la gallina de los huevos de oro, como el báculo de su vejez. Luca di Montezemolo, presidente de Ferrari, como el mejor representante del cavallino rampante. Jean Todt, mandamás de Ferrari, como el empleado ideal. Ross Brawn, su ingeniero jefe, como la flecha del arco ferrarista. Felipe Massa, como el maestro ideal. Y Fernando Alonso, como el rival más temible. No hay otro.

Pero el conocimiento que tiene Marc Gené de Schumi es fruto de largas sesiones de entrenamiento compartiendo el nacimiento y la evolución de los monoplazas rojos. No hay mejor manera de conocer a un piloto que trabajar con él. Y, en eso, Gené es el rey, pues es uno de sus hombres de confianza.

Palabra de Marc Gené

"Es muy posible", explica el piloto catalán, "que cualquier otra escudería hubiese lanzado la toalla al comprobar, superado el ecuador de la temporada, que el líder, en este caso Fernando Alonso y Renault, alcanzaban una ventaja de 25 puntos en la clasificación del campeonato. Pero Ferrari es Ferrari y, además, contamos con Michael. De ahí que la decisión fuera trabajar duro, muy duro, hasta obtener los resultados que están a la vista de todos: ahora volvemos a ser candidatos al título".

Cuentan que hace un par de años papá Rolf, según relataba su propio hijo la pasada semana en una entrevista concedida a la revista Die Zeit, arrancó un compromiso en firme de su hijo: "Debes comprometerte, delante mío, de que te retiraras en el mismo momento en que aparezca un piloto que te haga correr más allá de tus límites". Schumi le prometió a su padre que, en efecto, ese día lo dejará. "Pero, afortunadamente, ese día aún no ha llegado", relataba orgulloso el heptacampeón en esa nota. Y es cierto. Schumísimo, con 37 años, sigue plantando cara y derrotando a jóvenes como Fernando Alonso, de 25 años, y Kimi Raikkonen, de 26. Y, encima, los hay que pretenden retirarlo.

"Hace 10 días", relata Gené, "estaba entrenándome como un loco en Paul Ricard. Llegué a hacer sesiones de hasta 800 kilómetros en un día, lo nunca visto y, de pronto, llegó Michael por sorpresa. Quería entrenarse, probar las mejoras aerodinámicas que íbamos a aplicar en Hockenheim. Se puso el mono y trabajó duro, muy duro, compartiendo conmigo largas sesiones de entrenamiento".

Confianza en Ferrari

Gené cree que la escudería sabe que su mayor valor es Schumi, capaz no solo de superar todos los récords habidos y por haber (este año ya ha batido la marca de poles de Ayrton Senna, de 65 a 68, y va camino de pulverizar los 256 grandes premios disputados por el italiano Riccardo Patrese) sino de enjugar la diferencia de 25 puntos que le llevaba Alonso. "Todt sabe que si le proporcionamos un coche ganador a Michael, él gana, fijo". Eso es lo que mueve a la scuderia ha trabajar duro en los peores momentos.

"Michael es el primero en dar la cara en los momentos difíciles", explica su compañero. "Es el primero en motivar, en crear equipo. Es nuestro líder". El piloto sabadellense añade: "Lo que hace Michael tiene muchísimo mérito, pues demuestra que, a sus 37 años, tiene la ilusión de un principiante". Alonso también se ha dado cuenta de ello. "Su comportamiento no deja de sorprenderme", explicaba ayer el asturiano en una amplia entrevista concedida al diario francés L´Equipe. "Yo, la verdad, no me veo corriendo a esa edad. Para mí, en la vida hay cosas más importantes que las carreras y el éxito".