Cinco meses después de ser destituido en el Cáceres Patrimonio, Antonio Bohigas González, ‘Ñete Bohigas’ (Cáceres, 27 de enero de 1966) ‘reaparece’ en una entrevista en este diario reflexionando sobre el club que, insiste, «ama» y sobre las circunstancias que rodearon su despido. «Me siento muy partícipe del final de este proyecto (de este año) y de la salvación», asegura.

--13 de enero, fecha en la que fue destituido en el Cáceres. Desde el día siguiente, y de manera muy prudente, no ha hablado. ¿Qué tiene que decir ahora?

--No lo hice por el grandísimo respeto que me supone la posibilidad de poner en un brete a las cosas que amo, la primera de ellas mi ciudad, el baloncesto y también el club en el que trabajaba. Solo pensar que cualquier tipo de declaración mía podía suponer un desequilibrio en cualquier sentido tuve claro que no iba a hacerlo. Después, con el paso del tiempo, he hecho un ejercicio personal de madurar todo lo que pasó, y en algunos casos lo que sí prefiero es borrarme de la ecuación de aquello que pueda suponer un perjuicio para mi ciudad. Entiendo que las circunstancias no fueron ni tan siquiera dentro de la normalidad, después de haber ganado un partido. La reflexión más profunda posiblemente quede para mí, ni siquiera ahora es momento de hacerla pública, entre otras cosas porque no vendría bien para nadie, ni siquiera para mí mismo. El hecho de expresar los sentimientos más personales no me haría bien.

--Sí se puede entender, por lo que dice, que se sintió realmente decepcionado…

--Evidentemente, como a cualquier profesional al que cesan en su trabajo. Es una decepción sí, y se puede pensar en ciertos momentos que es una injusticia por las circunstancias que acontecieron. He borrado ese tipo de sentimientos, o por lo menos los quiero desterrar porque no son buenos, ni para el baloncesto ni mucho menos para mí. Hay que pensar en connotaciones importantes: es mi ciudad, el club que quiero, mucha gente alrededor que intentaba presionarme para… de verdad, no creo que sea oportuno darle vueltas.

--¿Tiene la impresión de que usted también podría haber salvado al equipo?

--No es que sean elucubraciones. Es que eso es algo que ha ocurrido en las últimas temporadas. La anterior temporada ocurrió lo mismo, y al final empatamos con Valladolid para el playoff de ascenso. De hecho el club consigue la salvación ganando un partido más de los que había ganado yo, que fueron cinco y la permanencia fue con seis. De ello me alegré enormemente. Y no conté con Mazurzack casi todo el tiempo, ni con Dan Trist, ni con Konate. Me siento muy partícipe del final de este proyecto (de este año) y de la salvación, con casi un 50 por ciento de victorias.

--¿Eso quiere decir que usted se considera también que ha salvado al equipo, en cierto modo?

--Bueno. Llevo salvándolo seis años. Había circunstancias que venían de lejos y que rodeaban el momento. No hay que darle más vueltas. Sí tengo la convicción de que yo tenía que ser el entrenador en esta época. Ya lo dije en su momento. Solamente alguien de la ciudad y que amase el club como yo podía hacer el esfuerzo que yo he hecho. El final era lógico y podía pasar. El encorsetamiento que teníamos a nivel presupuestario era evidente y algún año nos podría pasar que tuviéramos problemas. Yo lo advertí. Nada que yo no supiera. Tengo la plena seguridad personal que lo podía haber sacado adelante también este año, pero no pasa nada.

--Las circunstancias no ayudaron con los jugadores…

--Desde el primer momento fue un desastre. Tu mejor jugador, Anton Grady, se va a los dos días. Por muy poco dinero le fichamos sabiendo que había tenido una serie de problemas y que pensábamos que se podían solucionar. Se lesiona después, sin ni siquiera entrar en cancha, el jugador sobre el que iba a girar el equipo, Andy Mazurzack y luego se unen los problemas de papeles de Marlon Johnson, el máximo reboteador y anotador del equipo. Esto es un lastre y una mochila grande con la que empiezas.

--¿Qué pasó realmente que no se supiera de aquellos días? ¿Había pedido fichajes antes, había ocurrido algo especial?

--Durante el año mi relación con Sergio Pérez, el gerente, era de brazo con brazo, a muerte. Sabíamos por dónde queríamos ir. Después de ganar no sé si pasaba por mi cabeza lo que pasó… pero tres días antes habíamos resuelto intentar hacer las cosas de otra manera para salvar la situación y no pasaba por mi cabeza la destitución, desde luego.

---Y esa solución a la que se refiere de los tres días antes de su cese no la va a contar ahora…

--No, no.

--¿Siente que, de alguna manera, fue traicionado por su ayudante y por algunos de sus jugadores?

--Prefiero quedarme con mi relación con el club, mi relación con la afición y mi relación personal con mucha gente que realmente han peleado conmigo a brazo partido. Lo malo no. Quiero quedarme con la relación que voy a tener a nivel personal, y hablando de profesionales, con Sergio, con Jorge García (exjefe de prensa), con Mario Díaz Hellín (preparador físico)… eso quedará siempre. También con la directiva. Lo malo lo desecho.

--El presidente, José Manuel Sánchez, dijo en una entrevista que la directiva no se había equivocado en nada…

--Pues yo sí. Cuando vuelvo a mi casa, pienso en lo que ha pasado y salen mis equivocaciones. Me puse la balanza de qué no había hecho bien para que esto no estuviera en otra situación.

--¿Quizá pensó en equivocaciones en fichajes?

--Había que tomar ciertos riesgos porque no tienes dinero. Claro que en algún jugador nos equivocamos, pero también que acertamos en otros. Es más fácil equivocarte cuando tienes que pagarle a un jugador 800 o 900 euros que cuando tienes 5.000, que es casi imposible cometer el error. A nivel personal hice una reflexión: en otras cosas he acertado. Y eso me ha valido para estar seis años ahí. Con 5.000 euros yo he tenido que fichar a cinco.

--¿No se ha preguntado aquello de por qué a mí no me han dado posibilidades para fichar más y a Roberto Blanco sí?

--Eso habría que preguntárselo al club. Siempre he sido superdisciplinado con el proyecto. A mí me daban un dinero y nunca me salí de él. Cuando ha habido que efectuar cambios ha habido que hacer ingeniería económica. Por eso digo que yo era el entrenador adecuado para hacerlo.

--Con la directiva, ¿cómo han sido las relaciones?

--Ellos hacen una parte de su trabajo y yo el mío. Posiblemente pudiéramos haber ido de la mano un poco más. Yo llevaba una trayectoria y también sé el esfuerzo que hacen para que el club esté ahí. Con el tiempo supongo que lo podremos hablar con más tranquilidad.

--¿Qué sintió el día de la permanencia?

--He estado al tanto de los resultados y he seguido teniendo relación con gente de dentro: con directivos, con técnicos, con jugadores... porque tengo relación personal con ellos. Esto es parte de mi vida. Me interesa que el club esté en LEB Oro y más que el giro de mi vida estará cercano a esto. Es primordial tener equipos en la élite.