Después de un debut sin demasiado brillo frente a Puerto Rico, la selección de EEUU desató todo su poder en la segunda jornada del Mundial para arrasar de principio a fin a China (121-90). Las estrellas estadounidenses echaron mano de su repertorio en la sede de Sapporo. Mates, canastas a aro pasado, triples, robos de balón a media cancha... La maquinaria empieza a funcionar.

Era algo que se esperaba. Y, en cierta manera, se temía. EEUU ya impresiona. Esta vez sí parece un equipo construido para recuperar el trono mundial, que hace 12 años que se le escapa. "Creo que ahora tenemos un equipo que puede jugar en defensa y en ataque, mientras en Indianápolis, hace cuatro años, no era así", dijo Elton Brand, de Los Angeles Clippers, que también estuvo en aquella selección de Estados Unidos.

El ídolo de los Miami Heat, Dwayne Wade, mejor jugador de la última final de la NBA, fue el hombre del partido. Consiguió 15 de sus 26 puntos en la primera parte. Y después, junto con Lebron James, se dedicó a machacar el aro de China. Pero una vez más sobresalió la imagen colectiva por encima de aportaciones individuales. Siete jugadores acabaron con dobles dígitos, consecuencia de un torrente de juego ofensivo que les llevó a superar la treintena de puntos (o casi) en cada cuarto: 32 en el primero, 31 antes del descanso, 30 en el tercero y 28 en el último.

El único que consiguió darles algún quebradero de cabeza fue Yao Ming, el gigante de los Rockets, de 2,26 metros. Fue prácticamente una pelea de Yao contra el mundo. Acabó con 21 puntos y 10 rebotes, pero se vio impotente para frenar la avalancha de juego rival.

"Vencimos a un gran equipo y Yao solo hace que mejorar y mejorar", aseguró en tono elogioso el seleccionador estadounidense Mike Krzyzewski. "En mi opinión, ellos supieron aguantar el partido porque nosotros presionamos como locos y mis jugadores estuvieron mucho más efectivos y se vaciaron en el partido".