Que la niña se pusiera un piercing en la lengua pareció al principio una tragedia, pero se acabó aceptando. Que de su cabello cuelguen piojinos de colores hasta es gracioso. Que su novio vaya enseñando los calzoncillos y arrastrando los pantalones, se aguanta. Incluso se puede comprender que se besen en la boca cuando se despiden en el jardín de casa, pero lo que su padre no está dispuesto a permitir es que se lleve al tío de los calzoncillos con ellos de veraneo y que además pretenda imponer Ibiza como destino con el razonamiento escatológico de que allí hay unas fiestas que te cagas .

El padre se enternece cuando el hijo pequeño le muestra folletos de Port Aventure y le narra futuros descensos en canoa, los dos juntos cual comanches desorejados, por los rápidos del parque temático. Pero es que más allá de la ternura está su derecho al sosiego, su necesidad de fresquito, sus ganas de comer bien y de huir de la masa y el jaleo.

La esposa parece no imponer, pero tampoco cede. Aduce que ella se pasa todo el día trabajando: por las mañanas dando clase y por las tardes arreglando la casa, así que necesita diversión, sol, playa, gente, salir con amistades y tomar cañas hasta la madrugada bailando boleros en un chiringuito sureño.

PLAYA O MONTAÑA Y así está el percal familiar: un sinvivir de presiones y discusiones, un cruce de argumentos peregrinos y deseos particulares que hacen imposible el consenso. Pero la decisión no puede dilatarse más so pena de quedarse sin plazas.

El ser humano no es capaz de ver la realidad de manera lineal. Necesita ponerse límites temporales, establecer ciclos, tener la seguridad de que un tiempo nuevo comienza y todo puede cambiar para mejor. Creemos que gracias a los cambios en el espacio o a través del tiempo, encontraremos algo nuevo.

Un mojón fundamental en nuestro camino son las vacaciones, que para un animal tan simbólico como el hombre, tienen un doble sentido: el de movernos a un lugar y el de meta temporal que marca el fin del trabajo, el comienzo de la aventura y la posibilidad de regresar como nuevos, o sea, distintos y felices.

Con estos planteamientos, parece lógico que la selección del lugar donde se operará el milagro sea uno de los momentos más esperados del año. Esa elección culmina el esfuerzo de la temporada y aglutina los deseos, las expectativas y los planteamientos vitales. Es normal entonces que en la familia haya diferencias de criterio.

La madre entiende que uno no puede regresar de las vacaciones como se fue: con el mismo tono de piel, el mismo brillo en los ojos y pocas aventuras que narrar. Por eso prefiere la costa de Huelva. Sabe que allí le aseguran el bronceado y que podrá hacer pandilla con conocidas y vecinas. Sabe que allí, su marido no podrá negarse a salir cada noche para bailar, cenar, charlar y reír.

Para el padre, la vacación ideal es una casita rural asturiana, donde la niebla matinal le sosiega y sus ocupaciones se reducen a bajar cada mañana al bar del pueblo a comprar el pan y el periódico. Después, se lee el diario en una terraza fresquita bebiendo café. Se acerca a continuación a la pescadería a por bonito, merluza o calamares recién pescados y a casa, a tomar la cervecita, comer sin sudar, dormir la siesta, pasear por las veredas y bajar de nuevo al pueblo a tomar raciones y escanciar sidrina.

La niña quiere fiestas raves , techno hasta el amanecer, macrodiscotecas con dj´s espasmódicos y amor en la playa con el de los calzoncillos mientras el sol se asoma al final del mar. No concibe una manera mejor de escapar a la rutina provinciana del botellón y las demás opciones le espantan: lo de Asturias es mogollón de gore, la vida de burda y la confirmación de que a su padre se le va la pinza . Lo de Huelva le enchunga por rancio y lo del sube y baja de Port Aventure es que ni de coña .

El pequeño acabará contento con lo que le propongan, pero juega sus armas de principito: mucho papi, mucho mami, mucho qué guay, mucho qué bien lo podemos pasar y así consigue que los mayores se sientan culpables. La situación es peliaguda. Cada miembro de la familia cree que de esta decisión depende su felicidad. Han estudiado o trabajado durante todo el año con este premio como objetivo. Están seguros de que Ibiza, Matalascañas o Cangas de Narcea repararán sus vidas y les ayudarán a buscar nuevas oportunidades. Al regresar de las vacaciones redescubrirán, como cada otoño, que el bienestar está dentro de ti, no lo regalan en las agencias de viajes.