El final de la guerra de Irak y de los efectos de la neumonía asiática, pero sobre todo la depreciación de las monedas locales y la revalorización del euro hacen que Latinoamérica vuelva a estar de moda para el turismo europeo y estadounidense.

Para los europeos la situación es en estos momentos inmejorable por la subida del euro frente al dólar y la de éste con la mayoría de las divisas locales. Con este panorama, las autoridades turísticas argentinas están eufóricas. El número de visitantes del 2003, aunque modesto en comparación con los grandes destinos mundiales, fue de 1,3 millones, un 33,6% más que el fatídico 2002. Aquel año, tras la explosiva crisis económica, se recomendaba en el exterior no viajar a Buenos Aires, por el temor a los saqueos.

Esa imagen apocalíptica forma parte del pasado. Gracias a la devaluación del peso --que antes estaba a la par del dólar y hacía que Bariloche, el principal centro de esquí tuviera precios de Suiza--, el aeropuerto internacional de Ezeiza no para de recibir extranjeros, especialmente de Brasil, España, Estados Unidos, Italia, Suráfrica y Chile.

BUEN COMIENZO Según el secretario de Turismo, Enrique Meyer, la temporada se ha iniciado con un aumento de la demanda del 20% respecto del 2003. "Nuestro principal desafío es darle continuidad en el tiempo a este fenómeno de coyuntura". Por lo pronto, se han invertido 275 millones de dólares en la construcción de nuevos hoteles para mejorar la infraestructura de un país donde el turismo equivale al 7% del PIB y da trabajo a 500.000 personas. Y como parte de un plan "a largo plazo", Argentina se propone tener más presencia en las ferias internacionales de turismo, para lo que contará con ayuda financiera y técnica de España.

Sólo la Patagonia recibe el 47% de los turistas extranjeros. Para los amantes de las aventuras y los 30 grados bajo cero, Argentina acaba de sumar a su oferta de vuelos a la Antártida una ruta desde Usuahia, la ciudad más austral del mundo. El sur chileno, similar a la Patagonia argentina, también se ha preparado para recibir una avalancha turística.

El balneario de Punta del Este de Uruguay, una suerte de Ibiza suramericana, ya contabilizó la llegada de unos 200.000 visitantes desde que comenzó este año. Los precios en Punta, como se le llama coloquialmente, son prohibitivos para los autóctonos.