Los grandes fabricantes automovilísticos americanos tratan de encontrar la fórmula mágica para resurgir tras unos años convulsos, en que han visto mermar su cuota de mercado ante la pujanza de las marcas europeas, japonesas, coreanas e incluso chinas. El mercado global de los tres grandes --General Motors, Ford y Chrysler-- cayó el pasado año un 7%. Por contra, una marca como Toyota ya es la segunda en Estados Unidos, superando a Ford, con 2,62 millones de coches vendidos en el 2007.

Los directivos estadounidenses buscan soluciones a corto plazo. Chrysler está empezando a mirar a los mercados exteriores, Ford trata de parar el golpe adelantando sus lanzamientos (se esperan seis modelos este año) y General Motors busca en los biocombustibles un futuro más verde y rentable. La tendencia ha quedado puesta en evidencia en el salón de Detroit, que cierra sus puertas el 27 de enero.

Las previsiones sitúan a las compañías europeas en claro crecimiento. Según los analistas, en el 2008 superarán la barrera de las 16 millones de unidades despachadas, con lo que superarían a las estadounidenses en ventas. El liderazgo tradicional de los americanos se rompería por primera vez en la historia, gracias al rápido crecimiento de los mercados de la Europa del Este y por la estabilidad, a pesar de las fluctuaciones, de los países de la parte occidental.

La situación ha provocado una revolución en la estrategia tradicional de los fabricantes locales. La clave, apuntan todos, es mantener la cuota en el mercado local, apostar por la ecología y crecer en el exterior. Mientras Ford y General Motors abogan por nuevos productos para el mercado interior, Chrysler se abre a los mercados emergentes. Tras el acuerdo con los chinos de Chery para fabricar coches de bajo coste para Asia, acaba de firmar un pacto con Nissan para producir el modelo Versa (en España se vende bajo la denominación Tiida) para Suramérica.