La última gran batalla generada por el consumo patriótico en Europa se libra en el canal de la Mancha. La adjudicación, por primera vez, de la fabricación de trenes para el túnel al margen de la francesa Alstom ha puesto en pie de guerra a la empresa y al Gobierno de Nicolas Sarkozy. El patriotismo de Francia ha quedado herido por la aparente paradoja de que una sociedad controlada, con un 55% del capital, por la empresa ferroviaria francesa (SNCF) haya concedido a la alemana Siemens un contrato de 10 trenes de alta velocidad por 600 millones. Las primeras víctimas de la guerra han sido dos directivos que representaban a SNCF en Eurostar, el operador del túnel del canal de la Mancha, que dimitieron antes de que se aprobara el contrato con Siemens para la fabricación de los trenes, según el Finantial Times.

Alstom y el Ejecutivo francés argumentan que los trenes de Siemens utilizan un sistema motriz que no es seguro en el túnel. El único fabricante capaz de garantizar la seguridad es Alstom, según la impugnación. El veredicto final está ahora en manos de la Agencia Europea del Ferrocarril.