Hace meses que los estadounidenses, que el 4 de noviembre elegirán a su próximo presidente, avisaban a los candidatos de que su principal preocupación era la economía. Los medios y las propias campañas del demócrata Barack Obama y del republicano John McCain parecían oír pero no escuchar, y daban solo pequeñas pinceladas a sus planes económicos. La cruda realidad les forzó ayer, a 50 días de la cita con las urnas, a meterse de lleno en un asunto que solo han rozado los últimos 20 meses.

Fue la campaña de Obama quien reaccionó antes y a las 6.17 de la madrugada (12.17 horas en España) distribuía un comunicado en el que atribuía el colapso a George Bush y lo vinculaba a su rival. "Ocho años de políticas que han reducido las protecciones al consumidor, han relajado el control y la regulación y han alimentado los bonos superlativos a consejeros delegados mientras ignoraban a los americanos de clase media, nos han llevado a la crisis financiera más grave desde la Gran Depresión", dijo el candidato demócrata.

McCain, que emitió su primer comunicado dos horas después que Obama, aseguró que de llegar a la Casa Blanca "remplazará en Washington la colcha remendada de regulaciones obsoletas e inefectivas, llevará transparencia y responsabilidades a Wall Street y reconstruirá la confianza en los mercados".