A sus 58 años, Rodrigo Rato Figaredo vuelve a Madrid, su lugar de nacimiento, con una de las trayectorias políticas y económicas más notables del panorama nacional. Pese a no acabar su mandato en el Fondo Monetario Internacional (FMI), al exvicepresidente del Gobierno de Aznar le ha dado tiempo a cumplir algunas de las promesas realizadas cuando llegó a la institución, hace tres años. Ha elevado el peso de los países latinoamericanos y africanos, reformando el sistema de votos.

Aunque ayer algunos medios internacionales le calificaban de "tímido reformador", el 18 de junio anunció que el FMI desarrollará nuevas normas que regulen los tipos de cambio para evitar los vaivenes que en la economía puede producir China. También mitigará el declive del FMI como prestamista para los países deudores.

En estos años, Argentina y Brasil han pagado anticipadamente sus deudas con el Fondo y la institución ha perdido parte de la liquidez que tenía gracias a los intereses.

Hasta el 7 de junio del 2004, el día en que aceptó el cargo, el ministro de Economía de Aznar y artífice del éxito económico de los gobiernos del PP, fue considerado el sucesor más capacitado, una misión que rechazó. El sueldo del FMI es una renta vitalicia, que supera el millón de dólares netos al año e incluye fondo de pensiones.