Los bancos se preparan para encajar el brutal golpe de una «crisis sanitaria mundial sin precedentes», como la definió ayer José Antonio Álvarez, consejero delegado del Santander. El mayor banco español ha realizado una provisión extraordinaria de 1.600 millones de euros para afrontar las pérdidas que le causará el coronavirus y no descarta tener que ampliar esa partida en los próximos meses. Como consecuencia de ello, su beneficio del primer trimestre se desplomó un 82%, desde los 1.840 millones que obtuvo en el mismo periodo del 2019 hasta los 331 millones. Sin ello, hubiera ganado 1.977 millones de euros, con un aumento del 1%.

La entidad trabaja con unas previsiones económicas similares a las del Fondo Monetario Internacional (para España, caída del 8% del PIB y paro del 20,8% en el 2020 y una expansión del 4,3% en el 2021). Ese escenario a dos o tres años le ha llevado a calcular que el coste del riesgo (provisiones a hacer sobre el total del crédito) se elevará desde los 100 puntos básicos a entre 130 y 140 puntos básicos, algo por debajo de la anterior crisis (150), por el aumento de la morosidad en segmentos como el consumo y las pymes. Son, con todo, estimaciones provisionales: «Estamos entrando en la crisis; todavía es pronto, hay muchísima incertidumbre».

En una rueda de prensa telemática, el ejecutivo se mostró comprensivo con la actuación del Gobierno, porque «en una situación tan incierta, tomar decisiones conlleva un riesgo adicional» y es normal «incluso corregirlas sobre la marcha» por la falta de información fiable y suficiente. Sobre el desconfinamiento, así, ha defendió que la «prioridad debe ser salir de forma segura; y una vez sea seguro, cuanto antes mejor» para la economía. El banco hará test a sus empleados, afirmó, si las «autoridades sanitarias lo consideran». Asimismo, aseguró que le «gustaría» que los partidos alcanzasen unos nuevos Pactos de La Moncloa y se mostró «optimista» respecto a un posible acuerdo europeo de reconstrucción.