Hacía 25 años que la cuota de mercado de coches diésel no era tan baja. De los 1.258.260 turismos y todoterrenos vendidos en España durante todo el 2019, solo un 27,9% fueron diésel. En 1994, su cuota de mercado en el país alcanzó el 25,4% en un ascenso que no frenaría hasta 2013.

Desde mediados de los 90, la cuota de mercado de vehículos diésel aumentó de forma sostenida hasta el 2013, cuando firmó un 70%, siendo sus mejores ejercicios los años 2007 y 2010 con un 71%. A partir de entonces, la gasolina y la irrupción de las nuevas propulsiones, sobre todo la híbrida y la eléctrica, han ido arrebatándole espacio. No obstante, entre el 2013 y el 2016, las ventas de vehículos de gasóleo se mantuvieron en una horquilla de entre el 66% y el 56,8%.

El dieselgate inició una progresiva tendencia a la baja que culminaría el 2018, año en que el gasóleo firmó una cuota de mercado del 35,7%. A partir ese año se inició una campaña de desprestigio del diésel, esencial para cumplir los objetivos de descarbonización, por parte de administraciones y entidades, a veces ajenas al sector, que ha llevado al consumidor a replantearse sus necesidades y a apostar por otros carburantes, principalmente la gasolina.

EL ODIADO DE LA MOVILIDAD / Es vital distinguir entre el Óxido de Nitrógeno (NOx) y el Dióxido de Carbono (CO2), dos gases muy distintos. El primero es nocivo para la salud de las personas. El segundo lo es más para el medioambiente. Tradicionalmente los coches diésel han emitido más NOx, pero menos CO2. En los diésel más antiguos, el NOx liberado era bastante más elevado en comparación con la gasolina. Hoy en día, gracias a tecnologías como el catalizador SCR o el AdBlue, estas emisiones están casi equiparadas. No obstante, la gasolina sigue emitiendo más CO2 que el diésel.

Administraciones y entidades ecológicas han apuntado al diésel como el gran demonio de la movilidad. El problema ha alcanzado cotas tan elevadas que incluso en políticas de restricciones se ha llegado a plantear la posibilidad de prohibir antes los coches diésel que los de gasolina en un futuro que idealmente pasará por una movilidad electrificada. De rebote, el interesado en comprar no sabe si apostar por un diésel, si lo prohibirán pronto, si es de verdad tan malo o si esperar a que la electrificación sea más competitiva.

Todo ello sin poner el enfoque en el problema de la movilidad actual: la edad del parque móvil. Sabiendo que los coches viejos, gasolina o diésel, sí son más nocivos, la solución pasaría por incentivar la renovación del parque móvil con ayudas que no se centren únicamente en los coches electrificados, más caros y con una infraestructura aún muy pobre, sobre todo en España.

La campaña en contra del diésel ha causado un desplome de su cuota de mercado del 28,9% entre 2016 y 2019. Esto no sería necesariamente negativo si la mayor parte de los compradores que han abandonado el gasóleo hubieran apostado por la hibridación enchufable o la electricidad, pero lo cierto es que un 19,9% han apostado por la gasolina.

Además, de entre el 9% que lo ha hecho por la propulsión alternativa, la gran mayoría, cerca del 68% en 2019, lo han hecho por híbridos convencionales o microhíbridos. Otra de las consecuencias ha sido el aumento de la contaminación relativa a los coches nuevos. En España, las emisiones de CO2 crecieron el 2018 hasta los 118 gramos por kilómetro, con lo que, lejos de ayudar, el abandono al diésel lleva a los consumidores a perjudicar el medio ambiente.