Irene de Miguel quiere poner la región «del revés» y por eso le gustaría convertirse en la primera presidenta de la Junta. La región, esgrime la candidata de Unidas por Extremadura, «necesita una transformación profunda y no valen las mismas recetas de siempre. Todo el mundo conoce a alguien que se ha ido, a alguien que lo está pasando mal y no nos queda ya más tiempo».

Nacida en Madrid hace 38 años, ella vive «a caballo entre Mérida y un remoto rincón de la comarca de Las Villuercas». Y fue precisamente ese deseo de dar presencia dentro de Podemos a la gente que vive en los pueblos y de mostrar cuál es la realidad del mundo rural lo que le hizo decidirse a emprender su aventura en la política. Diputada autonómica durante la última legislatura, ha sido la presidenta del Grupo Parlamentario de Podemos en la Asamblea de Extremadura y le ha correspondido ser la principal interlocutora de su grupo en asuntos de la importancia de la negociación presupuestaria con el Gobierno del PSOE.

Estudió Ingeniería Agrónoma en Madrid y posteriormente se especializó, con un máster, en Agricultura Ecológica en la Universidad de Barcelona. Una formación que la llevó a trabajar como técnica en la recuperación de semillas autóctonas de cultivo «y su conocimiento campesino asociado». La trayectoria previa a la política de Irene de Miguel también incluye labores en el campo «llevando viñas y huertas y como técnica en huertoterapia con personas con discapacidad» y tareas como técnica del programa Ciudades Saludables y Sostenibles de la Mancomunidad de las Villuercas, Ibores, Jara.

Madre de tres hijos —«tres preciosas criaturas que me dan mucha vida y hacen que tenga los pies bien pegaditos al suelo»—, entre sus aficiones están las de leer, salir al campo a buscar setas o espárragos, cuidar la huerta, hacer conservas y los juegos de mesa.

Preguntada por sus referentes, cita a la ecofeminista hindú Vandana Shiva y a tres líderes históricos de la izquierda. Dos de ellos de la española: el sindicalista Marcelino Camacho y Julio Anguita; y otra de la latinoamericana, el expresidente uruguayo José Mújica

Fue en noviembre pasado cuando se supo que relevaría a Álvaro Jaén como cabeza de cartel en las autonómicas. La candidatura de integración que lideraba cosechó el 93% de los apoyos de los inscritos de Podemos, que en la región ha conseguido mantenerse mucho más a salvo de los líos orgánicos que han traído de cabeza al partido morado a nivel nacional y en no pocas comunidades autónomas. En la lista también acabaron por integrarse IU, Extremeños y Equo.

Mantener escaños

De cumplirse las encuestas, Unidas por Extremadura podría mantener a partir del lunes el número de escaños que ya tiene actualmente en la Asamblea de Extremadura, seis, aunque podría perder el tercer lugar del ‘podio’ en cuanto a representatividad a favor de Ciudadanos. Un mal menor ante lo que supondría verse superado también por Vox, al que lo sondeos dan una intención de voto similar en la región. La coalición busca tener, en cualquier caso, la llave del gobierno extremeño. De manera similar a cómo Pablo Iglesias no se cansó de preguntar en la campaña de las generales a Pedro Sánchez si pactaría con Ciudadanos o con ellos, también De Miguel ha incidido estos días en que la ausencia de una mayoría absoluta va a obligar a Guillermo Fernández Vara a elegir qué tipo de socio quiere. «No es lo mismo llegar a un acuerdo de Gobierno con Unidas por Extremadura, que defendemos unas cosas, o hacerlo con Ciudadanos, que es diametralmente opuesto», dijo el pasado martes en el debate de candidatos organizado por Canal Extremadura. Ellos, aseguró, sí tienen «muy claro» con quién quieren llegar a acuerdos: con el partido que tiene un programa «más parecido», que es el PSOE.