El expresidente del Gobierno José María Aznar cargó ayer contra el Estatuto de Cataluña, aunque evitó citarlo de forma expresa, al alertar del peligro de que esta semana "probablemente se den los pasos decisivos para un cambio de régimen" en España y de que éste se producirá "sin mandato ni consentimiento de nadie". Mientras las negociaciones entre el tripartito catalán y CiU seguían ayer para intentar lograr un acuerdo que permita aprobar el viernes el Estatuto, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero defendió ayer ante la ejecutiva socialista la importancia histórica de sacar adelante la reforma estatutaria de Cataluña.

Aznar aprovechó la presentación de un libro sobre la figura del liberal Raymond Aaron que ha editado la FAES para avisar de lo preocupante de que España "haya desaparecido de la escena internacional" e insistir en que ahora se enfrenta a "un riesgo real de fractura nacional". Además, apostilló que se hará "sin prestar oídos ni a las voces alarmadas de casi todos ni al evidente desacuerdo de la opinión pública ampliamente mayoritaria". A continuación Aznar culpó de la situación a Zapatero, y le definió como un político "sin convicciones ni sentido de la responsabilidad".

PESIMISMO DEL PRESIDENTE Mientras, el jefe del Ejecutivo explicaba a la cúpula de su partido su implicación personal en el proceso estatutario catalán y las entrevistas que mantuvo la semana pasada en la Moncloa con el líder de CiU, Artur Mas, y el presidente catalán, Pasqual Maragall. Tras su exposición, conminó a la federación nacionalista a valorar el "coste" en votos que deberá pagar si opta finalmente por tumbar la reforma.

El debate sobre el Estatuto de Cataluña ocupó el grueso de la ejecutiva. Zapatero no pudo ocultar ante los suyos lo tocado que ha quedado su optimismo tras los encuentros en la Moncloa, pero animó a la dirección del PSOE --aún más pesimista que él-- a mantener la esperanza de lograr un acuerdo "hasta la madrugada del viernes".

El líder socialista consideró que estas últimas horas son las de los "cálculos electorales" de los partidos, y en concreto de CiU, que dirimirá hasta qué punto puede permitirse quedar señalada como la formación que frustró el Estatuto catalán. También acalló a quienes dentro del PSOE suspiran por que llegue el viernes para cerrar el debate estatutario. Zapatero recordó que el encaje de Cataluña en España lleva sin resolver desde la transición, y dijo que perder esta oportunidad abrirá más heridas.