El único responsable del "cisco" de Madrid es José Luis Rodríguez Zapatero, dijo ayer José María Aznar. La crisis institucional de la autonomía madrileña, provocada por las deserciones de dos diputados socialistas, es, según el presidente del Gobierno, la muestra más clara de la falta de liderazgo, de equipo y de proyecto claro en el PSOE.

Este fue el mensaje que ayer sacó a la luz el jefe del Ejecutivo central en un acto en Pamplona y que será la guía de los populares en vísperas del debate sobre el estado de la nación. Aznar aseguró que la "desmedida ambición de poder" del secretario general del PSOE, que ya le adjudicó en la reciente campaña electoral, se le ha vuelto en contra. Y vaticinó que, por ese camino, el PSOE y Rodríguez Zapatero nunca serán una alternativa creíble.

En su segunda incursión en el conflicto de Madrid --la primera tuvo lugar el pasado miércoles, en la sesión de control del Congreso-- Aznar actuó cómodamente, sin limitación de tiempo y sin réplica, lo que le permitió marcar la senda del debate político y mostrar los puntos flacos de la gestión de Zapatero.

SIN EQUIPO NI PROYECTO

El líder del PP eludió cualquier mención a las implicaciones de dirigentes madrileños del PP en la trama de presunta corrupción inmobiliaria en la comunidad.

"El PSOE", dijo Aznar, "no tiene ni dirección ni un equipo competente y además carece de un proyecto identificable". Aznar responsabilizó enteramente del "cisco monumental" de Madrid a los "clanes" y "sectas" de la FSM y, de paso, a Zapatero, por no poner orden. El presidente del Gobierno y del PP recordó que el grupo al que pertenecen los diputados traidores (la corriente Renovadores por la Base) "ayudó a los actuales dirigentes socialistas a estar donde están".

Esos "despojos humanos", dijo Aznar, citando el calificativo con que el PSOE tachó a Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, fueron incluidos en las listas electorales bajo ciertos "compromisos", que el líder del PP no mencionó, pero que ahora los desertores "les exigen cumplir".

NUEVAS ELECCIONES

La única salida que queda, según el dirigente popular, es la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas en Madrid. El presidente echó mano de una de las ideas centrales de su reciente campaña: hay una operación para sacar al PP del circuito. A la vista de los resultados del 25-M, Aznar explicó que el caso madrileño es la muestra más clara del "homenaje" que algunos se han dado "al servicio de una ambición de poder desmedida".