En el Pozo de Tío Raimundo, en el corazón de Vallecas, en el corazón del barrio más obrero de Madrid, 4.000 vecinos pusieron ayer una barricada contra el olvido. Se resisten a pasar página de la tragedia de la masacre del 11-M que les arrebató a 68 amigos, madres, padres, hijos e hijas del barrio.

Ayer se reunieron en una plaza para mirarse a los ojos y recordar que en aquellos trenes se les fue parte de sus vidas, que ellos han declarado "la guerra a la guerra", que no olvidarán "el desconsuelo del niño que espera a un padre que no volverá nunca". Y también para repetirse que "otro mundo es posible".

Los pasacalles de Payasos sin Fronteras y de los grupos de animación vecinal no lograron cambiar los rostros tristes. "Nos está costando recuperar la sonrisa, el Pozo se ha convertido en un barrio triste, pero somos rebeldes y nos recuperaremos", aseguró Agustín Zamora, de la asociación de vecinos.

Hermanos de todos

Tras recordar a los familiares de las 192 víctimas mortales de la masacre y a los servicios públicos "que, sobreponiéndose al horror, cruzaron las vías y entraron en los vagones para ayudar a la gente", Zamora recordó que la gente del barrio es hermana de todos los pueblos, y que sólo cabe "en mentes retorcidas actos que truncan ilusiones, nunca avalados por la defensa de algún país o idea".

Zamora también señaló con un "dedo acusatorio" a los diputados del PP "que vitoreaban y aplaudían a EEUU mientras nos metía en una guerra injusta" y confió en que "el trío de las Azores sea juzgado por un tribunal internacional".

Pronto comenzaron las actuaciones de cantantes del barrio, como Lichis (de La cabra mecánica), que recordó su etapa de niñez en Vallecas y cómo su padre cogía el tren en Santa Eugenia "para ir al curro".

Junto a él, artistas consagrados como Luis del Val, que invocó a un dios laico con una oración civil por las víctimas; Antonio Fraguas, Forges ; una sirena afónica llamada Inma Serrano que cantó junto con Cristina del Valle (Amistades Peligrosas), o el poeta Benjamín Prado, que dedicó un poema a Ana Botella.

También cantaron Víctor Manuel, Pedro Guerra, Luis Pastor, Paco Ibáñez, Jorge Drexler y Miguel Ríos, que cantó a capela y arrancó un gran clamor contra la guerra. Y hasta los presentadores: Juan Luis Cano (Gomaespuma) y Montxo Alpuente.

El momento más emocionante llegó con una carta de Aniceto Ramírez, un vecino de Badalona (Barcelona) que se declaraba incapaz de "calmar el inmenso dolor que sentís" y anunciaba su próxima visita al barrio en tren, con su hija y un bebé que nacerá pronto.

También causaron gran impacto las palabras de Mustafá Elmerabet, el presidente de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquís en España (ATIME), y las de Irene, una niña de 12 años que rogó a los asistentes que no se olviden nunca de "mirar las estrellas cada noche" para recordar de ese modo a las víctimas de la masacre del 11-M.