En primavera un amigo nacionalista vasco me decía que Ibarretxe estaba amortizado. El PNV le debía sustituir y, en caso contrario, podía perder. De repente se paró, en medio del paseo de la Concha, miró al Cantábrico y, solemne, afirmó: "Salvo que el Tribunal Superior de Justicia Vasco le lleve al banquillo por hablar con Batasuna. Sería un insulto a nuestras instituciones y entonces todos iríamos a votarle como un solo hombre". Ahí estamos. A los jueces de la derecha no se les ha ocurrido nada mejor que --en vísperas de unas elecciones en las que se apunta a un empate entre PNV y PSE-- procesar al lendakari por haber dialogado, en plena tregua, con el portavoz moderado de Batasuna, Arnaldo Otegi. Y el argumento es, según la querella del Foro Ermua que, al entrevistarse con dirigentes de Batasuna, Ibarretxe fue "colaborador necesario" de un delito de desobediencia al Supremo, que ilegalizó Batasuna en el 2003.

Es patético. El Congreso autorizó al Gobierno a negociar. ¿Puede Zapatero negociar con ETA --como aclaró el Supremo cuando los grupúsculos fueron contra él-- y no puede Ibarretxe hablar con Otegi? Y todos sabemos -excepto los jueces del Tribunal Superior de Justicia Vasco-- que toda la sociedad vasca acogió con ilusión la perspectiva de que, tras la negociación, ETA dejara de matar. Es estúpido sostener que los políticos elegidos no puedan hacer política sin permiso judicial. Claro que hay que respetar las leyes, pero la ilegalización de Batasuna --discutible-- pretendía quitar ventajas al terrorismo, no coartar la libertad de los políticos electos.

Y, claro, Ibarretxe saca pecho, ya que la gran mayoría del electorado vasco apostó porque el diálogo liquidara la violencia. Procesar a Ibarretxe por recibir a Otegi no solo es una barbaridad antidemocrática, sino hacerle un regalo. Hasta el punto de que su defensa, que pedía la anulación de actuaciones, quiere ahora la celebración del juicio --con luz, taquígrafos y TV-- para demostrar la inocencia del lendakari. ¿Quién renunciaría a un póster electoral tan barato y productivo al movilizar al electorado bien intencionado? Y Patxi López, procesado por lo mismo --a los grupúsculos les enerva el PSE-- no se beneficiará. Primero porque no es lendakari. Segundo, porque son los tribunales de la nación de López (según el imaginario nacionalista) los que juzgan a políticos vascos. Tercero, porque el PSE no tiene la misma fe de carbonero en el diálogo con ETA.

Al final, quizás Ibarretxe no gane. Pero será a pesar de la gran ayuda que le brinda la estulticia de los grupúsculos y de los jueces que colocan su nacionalismo español en un plano superior a la voluntad de los políticos que han sido democráticamente elegidos.