No hay nada como partir de la debacle para descubrir lo dulce que puede llegar a saber la derrota. Si el millar de seguidores del PP que anoche ocuparon la calle de Génova de Madrid hubieran conocido al principio de la campaña el resultado definitivo de las elecciones es probable que más de uno se hubiera quedado sin ganas de ondear banderas. Sin embargo, la victoria del PSOE ofreció ayer estampas de euforia a las puertas de la sede popular.

No era para menos. A las ocho en punto, una gigantesca pantalla, que a lo largo de la noche solo pinchó la señal de Telemadrid, informaba de que los sondeos oscilaban entre la victoria aplastante y la mayoría absoluta del PSOE. El dato sembró un silencio solo roto por comentarios en voz baja, como el "este es un país de borregos", que un grupo de jóvenes proclamó al paso de una cámara de tele, y el "si gana Zapatero, gana un embustero", que coreaban unas adolescentes.

De ahí hacia arriba, todo supo a victoria a las puertas del PP. Animó ese entusiasmo forzado el reparto de banderas celestes y blancas que llegó desde la sede y el merchandising que apuraba las últimas horas de campaña. Dos camisetas con un "AdioZ" en el pecho, 10 euros. Banderita nacional de solapa, un euro. "Vamos, que lo que no venda hoy, ya no lo vendo", musitaba la dueña del puesto.

ANIMO CONFIADO Había que calentar la fría noche como fuera, pero en esos primeros momentos de incertidumbre el calor no lo aportaban los datos que susurraban los transistores, sino el chocolate con churros que repartían, gratis, unos cocineros.

A medida que los datos se alejaban de la pesadilla popular, el ánimo de la concurrencia se iba confiando. "Las chicas de derechas, son las mejor hechas", coreaban en una punta. "Zapatero, vete con tu abuelo", decían en otro. Telemadrid seguía aportando resultados provisionales, y los de Cataluña y País Vasco eran recibidos con unánimes pitadas. El ambiente iba embalado. "Federico, no cierres el pico", se animaban unas señoras. Habían perdido.