Cuando van a cumplirse dos semanas de la detención en Francia del presunto jefe de ETA, Garikoitz Aspiazu, Txeroki , que supone la eliminación de la escena de uno de los principales baluartes de la línea dura de ETA, la izquierda aberzale sigue sin dar señales de vida. Como decía un dirigente del PNV, los seguidores de Batasuna están "anulados" porque ETA les ha bloqueado una resurrección presentable y son nulas las posibilidades de que consigan reaparecer antes de las elecciones autonómicas de marzo del 2009.

Y es que un amplio sector de la izquierda aberzale está convencido de que, como decía el diario Gara en un editorial, la caída de Txeroki no cambia "los parámetros del conflicto". Es decir, no modifica el planteamiento explicitado por la banda en su último comunicado, en el que advertía de la continuidad de los atentados para forzar una nueva negociación.

SIN LIDERES NI SIGLAS Con esta pauta, a la izquierda aberzale solo le queda hoy resignarse y esperar a que a más largo plazo pueda configurarse un polo soberanista. Esta es una alternativa que Eusko Alkartasuna (EA) promociona y aplaude y de la que el PNV se distancia, mientras Aralar --la primera escisión de Batasuna en lograr representación parlamentaria-- recela.

En estos momentos, todas las siglas de la izquierda aberzale están ilegalizadas. Ni Batasuna, ni ANV ni EHAK servirán para aglutinar a sus seguidores y aunque eventuales portavoces anuncian que estarán en las elecciones, ninguno dice cómo. Tampoco tienen liderazgo. Arnaldo Otegi dosifica sus intervenciones. Hace unos días intervino en una charla y abogó por buscar "con inteligencia" una salida y constituir un bloque independentista que "sustituya al PNV como interlocutor con el Estado". Otra persona con autoridad reconocida como el exsecretario general del sindicato LAB Rafa Díez Usabiaga sostiene que hay condiciones para que el independentismo se constituya como "eje central" del país y desplace al PNV. Además, ha dicho que ese movimiento tienen que ir "más allá de la aritmética electoral". Ninguno ha mencionado a ETA a pesar de que ambos saben que la violencia les ha sacado a ellos de escena e impide sellar acuerdos.

APUESTA ARRIESGADA Aunque sus dirigentes lo niegan, Eusko Alkartasuna irá en solitario a las elecciones, tras siete años de coalición con el PNV, con la esperanza de atraer a desencantados de la izquierda aberzale y del PNV. La defensa que su presidente, Unai Ziarreta, hace de la consulta frustrada promovida por el lendakari Juan José Ibarretxe y de la apuesta independentista son sus principales bazas.

Aralar, por su parte, ha renunciado a la coalición con Ezker Batua (EB), referente de Izquierda Unida, con quien se alió en las municipales. Su líder, Patxi Zabaleta, rehúye interpretar el polo soberanista como "heredero" del pacto de Lizarra, que abrió el camino a la tregua de ETA en el primer mandato de José María Aznar, y aboga por un frente en el que confluyan todos los nacionalistas, sin excluir al PNV.