El expresidente del Gobierno Felipe González reconoció ayer que las relaciones entre el poder civil y el Ejército, "por las características lógicas del comportamiento y configuración de las Fuerzas Armadas", siempre tendrán "algún nivel de tensión". La solución, en opinión del exlíder del PSOE, radica en "civilizarlas para reconducirlas a lo que tiene que ser una democracia consolidada". González hizo estas declaraciones en la presentación del libro La transición militar , de Narcís Serra, a la que también acudió la ministra de Defensa, Carme Chacón. González aseguró que la obra le sorprendió "gratamente", sobre todo porque no hay muchos expertos en las relaciones cívico-militares. A este respecto, explicó que el "peor momento" de su mandato en las relaciones con el Ejército tuvo lugar en los días posteriores al 8 de diciembre de 1982, cuando presidió, en su primer acto público, el desfile del Día de la Inmaculada a la División Acorazada Brunete. En aquellos días, el Consejo Supremo de Justicia Militar estuvo a punto de indultar a los responsables del 23-F.

González recordó también cómo Serra "se encontró" con la cartera de Defensa, pese a que no había hecho el servicio militar, era catalanista y aspiraba a otro puesto. Entre risas, aclaró que no estaba "hablando de Chacón". La ministra, por su parte, destacó la labor de ambos en la modernización de las Fuerzas Armadas. En su opinión, el desfile de 1982 demostró la transformación del Ejército y "la primacía del poder civil sobre el ámbito militar". Chacón aseguró que en Afganistán ha podido comprobar la preparación "técnica y humana" de los militares.

Serra explicó que el libro trata de proponer "un modelo" para que las nuevas democracias sepan cómo manejar al Ejército.