El líder del PP, Mariano Rajoy, prosiguió ayer con su particular tarea de demolición de la imagen del Gobierno español dentro y fuera de las fronteras del país. Rajoy aprovechó un acto de índole municipalista celebrado en Almería para extender nuevas sospechas sobre la gestión del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero: aseguró que, en el concierto internacional, España vive hoy en una situación de "libertad vigilada" e instó al Gobierno a extraer "lecciones" de los errores cometidos por Estados como Grecia y Hungría. Una de esas lecciones, precisó el líder del PP, consiste en aprender que no se puede "ocultar nunca la realidad y hay que decir la verdad por dura que sea".

La insinuación de que el Ejecutivo español no dice la verdad sobre la economía causó irritación en las filas socialistas. El vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, señaló que Rajoy es "el activista" que más contribuye al descrédito de España en el exterior. Por su parte, la secretaria de política internacional del partido, Elena Valenciano, acusó al líder del PP de utilizar la situación de crisis actual para elaborar un discurso "demagogo y populista" y aseguró que en la Unión Europea "no hay nadie que vigile a nadie" porque las políticas son concertadas por todos los miembros.

No lo ve así, sin embargo, el dirigente conservador, quien lamentó que España tenga que recibir "órdenes" desde el exterior, algo que, apuntó, "no había ocurrido nunca en la historia" de este país y que no volverá a repetirse con un gobierno del PP, porque los populares, dijo, saben "hacer bien las cosas". "Es difícil gobernar, pero es imposible hacerlo peor de lo que hemos visto en los últimos años --indicó Rajoy--. El PP podrá acertar o no, pero esto no hubiera pasado".

Ante un auditorio formado por unas 5.000 personas, Rajoy se mostró totalmente convencido de la inminencia del cambio político tanto en España como en Andalucía.