La presidenta madrileña quiso ayer liberar la tensión acumulada la víspera. El miércoles, como testigo de la defensa en el juicio por injurias contra su amigo Federico Jiménez Losantos, Esperanza Aguirre desairó al locutor de la COPE al negar que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, traicionara al Partido Popular cuando abogó por "mirar al futuro" en relación a la investigación de los atentados del 11-M. Pero ayer su agenda era menos comprometida, ya que incluía una visita a la concentración de la selección española de fútbol en Las Rozas (Madrid).

Guiada por Iker Casillas --"cuidado con este, que es catalán", le dijo el portero merengue al presentarle a Carles Puyol--, Aguirre olvidó por un momento a Losantos y se enfundó una camiseta del combinado español con el dorsal número 10, el mismo que lucirá el catalán Cesc Fàbregas en la Eurocopa de Austria y Suiza. "Antes el 10 era el que manejaba el juego", bromeó la presidenta madrileña.

Pero Aguirre también intentó ayer limar las asperezas con Losantos, dolido con los dirigentes del PP (Eduardo Zaplana, Angel Acebes y la propia Aguirre) que el miércoles no le arroparon en su pleito con Ruiz-Gallardón. "Si la jueza me hubiera preguntado si Gallardón era un verso suelto en el PP, hubiera respondido que él mismo lo cree así", se excusó la dirigente popular.