Los presos de ETA críticos con la ortodoxia que impone la dirección de la banda quieren tener su papel en el proceso de debate abierto por la izquierda aberzale para acabar con la violencia y apostar solo por la política. Hartos de ser demonizados desde la organización, ocho reclusos históricos que ya fueron expulsados de ETA al renegar de la estrategia armada han firmado una carta en la que abogan por primera vez por "reconocer y reparar" los daños causados a las víctimas de ETA.

Los disidentes se basan en los acuerdos de paz firmados en su día en Suráfrica e Irlanda, para defender que será necesario "dar pasos" y abrir espacios de "entendimiento y acercamiento" entre las personas para que se puedan superar "las heridas creadas".

Etarras tan significados en su momento por su trayectoria terrorista y con múltiples asesinatos a sus espaldas como José Luis Urrusolo Sistiaga, Carmen Guisasola, Kepa Pikabea o Rafael Caide Simón figuran entre los autores de la misiva. Les acompañan Josu García Corporales, Koldo Carrasco, Fernando de Luis Astarloa y Andonio Alza.

Además, y contraviniendo todas las directrices que emanan de la cúpula etarra, los ocho disidentes reclaman el derecho de los presos a beneficios penitenciarios. Recuerdan que los reclusos del IRA disfrutaban de permisos para poder participar en los debates y piden "respeto" para sus posturas críticas.

También se quejan con amargura de que "el abismo, la calumnia y la descalificación" sean la única alternativa para quienes no comulgan con las directrices de los que hoy mandan en ETA.

DETENCION Mientras, la policía autonómica detuvo ayer en San Sebastián a Iker Santamaría Alvarez, dirigente de la organización ilegalizada Segi, que permanecía en paradero desconocido desde noviembre y que está acusado de colaboración con ETA.