La plana mayor del PP se desplazará mañana a Pamplona para defender sus posiciones. Mariano Rajoy, Angel Acebes, Eduardo Zaplana o Esperanza Aguirre arroparán en la calle a sus aliados, los regionalistas de Unión del Pueblo Navarro (UPN) que capitanea Miguel Sanz, con el objetivo de agitar el miedo a la anexión de Navarra a Euskadi como reclamo para no perder en las elecciones de mayo.

Aunque el Ejecutivo de Sanz ha negado todo propósito electoralista a la marcha que convoca bajo el lema Fuero y libertad. Navarra no se negocia, el resto de las fuerzas políticas navarras no tienen ninguna duda de que la llamada a los ciudadanos trata de aglutinar apoyos a base de exacerbar el temor a un triunfo de las tesis aberzales que consideran que Navarra es "una parte fundamental del pueblo vasco".

LA EXCUSA El Gobierno navarro, sostenido por UPN y Convergencia de Demócratas Navarros (CDN), ha cogido el testigo del PP en su operación de acoso a Zapatero y acusa al Ejecutivo español de poner "en venta" la comunidad navarra en sus negociaciones con ETA para conseguir el fin de la violencia.

Para justificar esta acusación, los regionalistas se remiten a las palabras de Arnaldo Otegi del pasado día 3 en Pamplona: "Sin Navarra, no queremos nada, nada, nada". Esta afirmación fue realizada por Otegi precisamente en la considerada capital histórica de Euskal Herria, cuando presentó la nueva propuesta de Batasuna sobre una autonomía que incluiría Euskadi y Navarra y que, para ser efectiva, debería contar con el pronunciamiento favorable de los ciudadanos de ambos territorios.

UPN ha evitado reconocer que esta propuesta supone toda una novedad en la histórica reivindicación de la izquierda aberzale sobre Navarra y la esgrime para probar que el territorio es "moneda de cambio" y que está en juego el futuro de la comunidad y la unidad de España.

Se trata de una estrategia alentada desde Madrid por la cúpula del PP, que además de reforzar la imagen de UPN como fuerza identificada con los intereses de la ciudadanía navarra, persigue poner contra las cuerdas a los socialistas navarros.

Sanz se ha dedicado estos días a denunciar que el PSN está dispuesto a sellar una alianza con los nacionalistas de Nafarroa Bai para conquistar el Gobierno foral y facilitar así que Zapatero negocie con ETA y Batasuna a costa del futuro de Navarra. Los constantes desmentidos del secretario general del PSN, Carlos Chivite, sobre estos supuestos acuerdos previos con Nafarroa Bai o el rotundo mensaje de los vasquistas al asegurar que solo "los navarros decidirán lo que quieren ser" son puestos en solfa por Sanz. Ayer mismo insistió en que Zapatero no da la cara en esta cuestión y que evita decir "qué quiere que sea Navarra".

Sanz trata con estos mensajes de forzar la máquina a favor de UPN porque sabe que solo una mayoría absoluta (26 escaños) le puede garantizar la continuidad del Gobierno. En estos momentos dispone de 23 de los 50 escaños y son los cuatro diputados de CDN los que le dan la mayoría, pero las encuestas avanzan un declive total de sus socios, que en las generales del 2004 ni tan siquiera obtuvieron el 3% de votos mínimo para entrar en el Parlamento.

Con las perspectivas al alza del PSN (ahora cuenta con 11 diputados) y de la alianza nacionalista de Aralar, EA, PNV y Batzarre (suma 8), se da como probable un Gobierno alternativo, que podría contar con el apoyo añadido de IU (4).

COHESION EN EL PSN Ante esta perspectiva, Sanz ha azuzado las divergencias internas en un PSN donde aún son mayoría quienes no quieren saber nada de los nacionalistas y que aún está lastrado por el procesamiento por corrupción de los dos presidentes socialistas José Gabriel Urralburu y Javier Otano.

Fuentes socialistas subrayan, sin embargo, que se ha producido un cierre de filas en torno a Zapatero y confían en superar el desencanto causado por los gobiernos de Urralburu y Otano.