El PP se sumó ayer a la política de pancarta que tanto reprochó a la oposición cuando estaba en el Gobierno. Y lo hizo a lo grande, con un método de protesta que hasta ahora había sido patrimonio de Izquierda Unida. Sus diputados exhibieron más de 50 carteles con la leyenda "Agua para todos" en los escaños del Congreso de los Diputados durante el debate sobre la derogación del trasvase del Ebro y corearon el mismo eslógan mientras la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, intentaba tomar sin éxito la palabra.

Los insultos procedentes de los bancos populares sacaron otra vez de sus casillas al diputado aragonés José Antonio Labordeta que, tras amenazar con volverles "a mandar a la... mierda" como en la pasada legislatura, le espetó lisa y llanamente "gilipollas" a un diputado del PP que le había ofendido por lo bajo.

El decreto de derogación quedó convalidado por 185 votos a favor y 141 en contra. Una vez más, el PP se quedó sólo en la defensa del trasvase, pero esta vez con mucho ruido.