Por fin llega el día de votación. Después de una legislatura muy larga y monocorde, con simas profundas y una campaña electoral en la que algunas propuestas en positivo se acompañaban con gran dureza crítica hacia el contrario, se acerca el día decisivo. Tengo la sensación de que no ha variado mucho el paisaje y todo sigue, aún más, polarizado.

El Partido Popular ha sabido mantener un electorado muy numeroso, pero parece que muy limitado en cuanto a la posibilidad de crecimiento. Las acertadas apelaciones a votos moderados que fueron otros años a otras opciones fueron tardías, después de una oposición contundente de casi cuatro años centrada en temas pretéritos como el atentado terrorista del 11-M en Madrid y otros fantasmas.

El PSOE parece no capitalizar los supuestos logros que dice haber logrado. Es evidente que hay un sector decepcionado con un Gobierno que, más allá de la retirada de las tropas españolas de Irak y la melodía glamurosa del talante, se ha embrollado en otras cosas y se encuentra, además, con una situación de ajuste económico. El electorado de la izquierda es más crítico y exigente. La oposición a la oposición no sé si será suficiente para movilizar a esos sectores.

Las encuestas han sido constantes. Pero casi todas se centraron en porcentajes de voto. Pero, aun siendo esto relevante, más son los escaños a distribuir caso a caso. Pudiera ocurrir que un partido ganase en votos y porcentajes, pero que eso no se tradujese apenas en diferencia de diputados. Hay provincias donde el último escaño se dirimirá por escaso margen. En Teruel hace cuatro años se decantó por 211 votos.

En unas 16 circunscripciones se decide no ya la ganancia de un escaño, sino el que se resta al contrario. En definitiva, quién triunfa. En pocos casos (en Zaragoza, el PSOE se lo puede quitar a la Chunta; en Lleida y Girona, el PP se lo puede arrebatar a Esquerra Republicana) se pueden limar a otras formaciones. En la mayoría, es entre los dos partidos cada vez más hegemónicos.

Al final, mientras que opciones como Izquierda Unida resultan penalizadas por los votos baldíos que reciben en casi todos los lugares, el PP y el PSOE dilucidan su futuro y el de España con un puñado de votos en lugares clave de la geografía española.