Fue José Luis Núñez quien dijo que lo de Marbella era una broma al lado de lo de Mallorca. Una broma de mal gusto para los isleños, que han visto cómo sus fiscales anticorrupción han tenido que pedir refuerzos porque sus empleados llevan meses haciendo horas extras. Y todo por la afición de algunos políticos locales a robar, a cobrar y pagar en dinero negro, a desviar partidas, a aumentar los presupuestos, a hacer favores a amigos y cobrárselos. Todo ese juego ha terminado convirtiendo a Primo, el jefe de seguridad de los juzgados de Vía Alemania, en el personaje más popular de Mallorca. Primo es ya el auténtico ídolo de los niños, y el pasado martes no tuvo más remedio que aparcar su porra y su walkie en una silla y firmarle un autógrafo a un muchacho que se lo pidió, asegurándole que, al día siguiente, iba a ser el capo del instituto.

Lo que Jaime Matas, ahora Jaume --"¡llámeme Jaume!", le gritó a uno de los fiscales el martes, cuando muchos tras su huida a EEUU pasaron a llamarle James--, y sus gentes han conseguido en la última década podría ser materia para una película de Pedro Almodóvar, que podría arrancar de muy diversas maneras. Por ejemplo, en el momento en que Rafael Perera, uno de los abogados del expresidente balear, exige al juez José Castro cambiar de sala porque teme que haya micrófonos y cámaras en la que están. O cuando Matas es pillado in fraganti exigiéndole a Bartomeu Barceló, fiscal jefe de Baleares, que acuda con él a los juzgados porque no se fía de los fiscales Juan Carrau y Pedro Horrach, auténticos héroes para el pueblo mallorquín. Barceló, que ya había echado un par de manos a Matas, se niega, y este le dice: "Tomeu, no me torees". Hay quien, viendo entrar estos días a Matas en los juzgados, impecablemente vestido y acompañado, casi siempre, por su esposa, Maite Areal, con traje chaqueta, bolso de lujo y pashmina brillante, esperaba oírle gritar algo como lo que vociferó hace poco más de un año, en ese mismo lugar, Francisca Cortés, La Paca , jefa del supermercado de la droga de Son Banya: "¡Semos inocentes! ". Qué gran título para el filme de Almodóvar. Y es que Matas y su esposa Maite, capaces ambos de convertir una, o dos, o tres herencias, ya no se sabe, en una auténtica caja B, se sienten inocentes y perseguidos. Igual que Fernando Areal, el cuñado de Matas, vinculado, cómo no, al PP. Y ya no digamos Bartolomé Reus, el presunto testaferro del expresidente, capaz de tener un piso en Madrid y no decírselo a su esposa, ya ex .

Fuentes cercanas al entorno de Matas cuentan que su carrera hacia los juzgados arrancó hace algunos años, cuando el matrimonio fue invitado a cenar a la casa que su abogado Joan Buades tiene en la calle San Felio de Palma. Y cuentan que Buades le enseñó a Maite Areal su vestidor de varias decenas de metros cuadrados con armarios repletos de trajes, todos alineados, y estanterías con decenas de camisas, decenas de corbatas y zapatos. Y dicen que ya en la calle, Maite le dijo a Jaume: "No tiene sentido que tu abogado tenga una casa 100 veces mejor que la tuya".

Sin rubor

Es posible que esa misma noche, cuando Matas apagó la luz de su mesita de noche, tuviese ya en mente comprar el palacete de San Felio. Lo compró, y ni se ruborizó al descubrir que tenía como vecino al titular de la Sindicatura de Cuentas balear, que veía cómo avanzaba la restauración del palacete, pagada con dinero negro.

La noche en que Maite Areal vio el vestidor de Joan Buades cambió su vida. De ahí pasó a gastarse 66.000 euros en joyas y a pagar una lechuga con un billete de 200 euros. Areal pudo comprarse las joyas en París, pero quiso que toda Palma supiese que su tienda preferida era la Joyería Alemana. Pudo comprar el palacete una vez que su marido dejara la política, pero les quemaba el dinero. Y, además, querían que la ciudadanía levantase acta de su opulencia, de su triunfo.

Puede que el banco que esté más contento sea Banesto, la entidad adjudicataria de las fianzas judiciales para toda España y que, gracias a los políticos y altos cargos baleares, ha ingresado ya 2,5 millones de euros, cuyos intereses revierten al Ministerio de Justicia. Hasta el lunes, cuando Matas tal vez tenga que buscar tres millones para su fianza, quien más ha avalado ha sido la virreina Maria Antònia Munar, cuya fianza fue de 350.000 euros. Ahora puede perder el récord.